Las elecciones de renovación legislativa funcionan como termómetro de la sociedad. El humor colectivo canalizado a través del voto, expresa la aceptación o el rechazo de las políticas gubernamentales

A esa regla no escaparon los comicios celebrados el 3 de noviembre de 1985 en Tucumán, que enfrentaron al presidente Raúl Alfonsín con el gobernador Fernando Riera.

La derrota que el PJ experimentó en esa ocasión, fue también la primera que vivió el jefe peronista en su trayectoria.

La captura del voto
La marcha de la política y la economía gravitaron en los ciudadanos, cuya voluntad se disputaban peronistas y radicales.

Se largó la carrera electoral en julio, en un clima socioeconómico muy caldeado. Los radicales se dieron cuenta de que la prioridad era combatir la inflación. Este fue su caballito de batalla hasta el 3 de noviembre. Gabriel Casas (PJ) retrucó que los problemas provinciales eran producto de los incumplimientos del Gobierno nacional y de los acuerdos con el FMI.

Mientras la UCR lucía ordenada, en el PJ se ahondó la brecha entre ortodoxos y renovadores. El congreso nacional reunido en La Pampa ratificó a Isabel Perón y a Vicente Saadi en la presidencia y en la vicepresidencia del PJ. Es previsible otro fracaso electoral, asestó el diputado Enrique Kaenel, ante ese hecho.

En cambio, Conrado Storani, secretario de Energía, derrochó optimismo en un acto de apoyo a Julio Bulacio.

Sin problemas en la zafra, en Tucumán ganamos al galope, planteó. Ramón Isauro Martínez, en tanto, reemplazó a Félix Justiniano Mothe en la presidencia de la UCR.

A contramano
Saadi bajó la orden de integrar el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) con el desarrollismo (MID) y el Frente de Izquierda Popular (FIP) en todo el país. En Tucumán, esta directiva sacudió al PJ, que empezó a negociar la firma del acuerdo.

Sin embargo, Riera pateó el tablero. No estoy de acuerdo, aseveró. Así, el PJ descartó el frente y acudió a las urnas con listas propias. Pero la paz no se instaló, porque el consejo de Saadi estudiaba intervenir el PJ tucumano, entre otros distritos. Eduardo Posse Cuezzo, titular del partido, calificó de falsas a esas versiones. Se debe actuar con total libertad, sentenció tajantemente.

Definiciones
Hubo un incesante desfile proselitista de figuras radicales. Adolfo Canitrot, viceministro de Economía, prevenía en agosto que la inflación estaba en terapia intensiva. En la muestra de la Sociedad Rural, el vicepresidente Víctor Martínez, en septiembre, ratificó la tónica triunfalista, pero habló de nuevas dificultades.

Otras reflexiones pretendían terciar en el duelo discursivo. Alvaro Alsogaray (Ucede) vaticinó la vuelta de la inflación, mientras que el centrista Fernando López de Zavalía advertía sobre el riesgo de una democracia atea.

Riera, en el acto del 17 de octubre, profetizó que la victoria será aplastantemente peronista. Reforzó, así, la bipolaridad con Alfonsín. El 3 las urnas van a estallar de votos radicales, replicó César Jarovlavsky, a fines de octubre.

El escrutinio del 3 de noviembre dio 232.525 votos para la UCR y 225.250 para el PJ en el rubro diputados nacionales. Fueron electos Julio Romano Norri y Julio Bulacio (UCR); y por el PJ, Antonio Juez Pérez y Julio Miranda.

En las elecciones provinciales, la UCR sólo venció en la capital, mientras que el PJ lo hizo en las 4 secciones del interior. El PJ retuvo la mayoría en Diputados y en Senadores. Riera atribuyó su caída al voto del gelsismo y a la mayoritaria adhesión juvenil por la UCR. La tormenta se desató en el PJ.