BUENOS AIRES.- Monseñor Mario Poli asumió hoy como arzobispo de Buenos Aires y sucesor de Jorge Bergoglio en la sede primada en el marco de una misa en la catedral metropolitana, con notoria presencia de funcionarios nacionales y porteños.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ausente por estar en Venezuela, ordenó al vicepresidente Amado Boudou encabezar la comitiva gubernamental, en otro gesto para acercar a la Iglesia tras la elección del Papa Francisco.

El flamante primado hizo un llamado para que pastores y pueblo fiel hagan juntos el camino de la evangelización y, tras destacar el renovado gozo de muchos argentinos de pertenecer a la Iglesia a raíz de la elección de Bergoglio como Papa, invitó a "ofrecer la riqueza del Evangelio a los que viven, trabajan y pastor nuestra Ciudad, de tal manera que conozcan a Dios Padre y sus dones de justicia, amor y paz".

"Que no me falte en este servicio el amor a los pobres, sufrientes y excluidos, que inspiró a nuestro patrono, el obispo San Martín de Tours, quien supo remover de su corazón toda indiferencia", sostuvo en una misa concelebrada por decena de obispos que llegaron desde Pilar en micros tras el plenario episcopal y cientos de sacerdotes.

El momento culminante fue cuando Poli se sentó -en medio del repique de campanas- en la "cátedra arzobispal", el sillón donde preside las celebraciones el arzobispo, que por única vez se trasladó desde el interior del templo mayor hasta el altar levantado frente a la Plaza de Mayo.

Boudou estuvo acompañado por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; el ministro del Interior, Florencio Randazzo; la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; y el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, un católico práctico con aceitados vínculos eclesiásticos.

También asistieron el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, la vicejefa María Eugenia Vidal y otros funcionarios y diputados de la Ciudad. (DyN)