ROMA.- El Papa Francisco cumplió ayer un mes como máxima autoridad de la Iglesia Católica, período en el que dio claras muestras de un estilo austero y sencillo, y de su opción por los sectores más vulnerables de la sociedad.
De pronto, la Argentina atrajo la atención del mundo no sólo por los logros futboleros de un Messi o un Maradona, sino como tierra natal del primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia, jefe espiritual de 1.200 millones de católicos alrededor del planeta.
Una figura que además agradó al mundo -y sobre todo a Roma- con su carisma, construido con una actitud afable y la sencillez llevada al grado de doctrina, expresada en la propia elección del nombre de Francisco y en innumerables gestos cotidianos que sus seguidores argentinos conocían de sobra.
Fueron 30 días intensos, considerando que enfrentó la campaña de grupos políticos identificados con el Gobierno nacional que pretendieron vincularlo con la última dictadura; su estilo fue cuestionado desde los sectores conservadores de la Iglesia; y su asunción tuvo repercusión inmediata en el conflicto con el Reino Unido por la soberanía de las Malvinas, dada la pública posición de Bergoglio a favor del reclamo argentino.
En este contexto, Jorge Bergoglio escogió la fecha de su primer mes como pontífice para impulsar la primera medida importante de su papado. Ayer creó en la cúpula de la Iglesia un nuevo consejo de ocho cardenales que lo asesorarán.
Forman parte del grupo el chileno Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago, y el arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que tendrá funciones de coordinador.
El equipo (fruto de las deliberaciones en las congregaciones generales, previas al cónclave que lo eligió Papa) aconsejará a Francisco en el gobierno eclesial y estudiará una reforma de la Constitución Apostólica sobre la curia romana.
Los "vaticanistas" coinciden en que se trata de una señal de que Francisco quiere consultar sus decisiones de forma más amplia que Benedicto XVI.
Con ello, el pontífice se mantiene fiel a su estilo y organiza un cambio radical al frente de la Iglesia católica.
El diario La Repubblica informaba ayer con anticipación acerca de la decisión y hablaba de una "revolución de Francisco", porque él ya no será un gobernante en solitario, sino que será apoyado en sus decisiones.
Además de los latinoamericanos hay otros seis cardenales de los cinco continentes: el alemán Reinhard Marx, arzobispo de Múnich; el cardenal de la curia italiano Giuseppe Bertello; el arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley; el congolés Laurent Monsengwo Pasinya; Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; y George Pell, arzobispo de Sydney. Monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano, actuará como secretario.
La primera reunión del grupo tendrá lugar del 1 al 3 de octubre próximo. (Télam-DPA)
De pronto, la Argentina atrajo la atención del mundo no sólo por los logros futboleros de un Messi o un Maradona, sino como tierra natal del primer pontífice latinoamericano y jesuita de la historia, jefe espiritual de 1.200 millones de católicos alrededor del planeta.
Una figura que además agradó al mundo -y sobre todo a Roma- con su carisma, construido con una actitud afable y la sencillez llevada al grado de doctrina, expresada en la propia elección del nombre de Francisco y en innumerables gestos cotidianos que sus seguidores argentinos conocían de sobra.
Fueron 30 días intensos, considerando que enfrentó la campaña de grupos políticos identificados con el Gobierno nacional que pretendieron vincularlo con la última dictadura; su estilo fue cuestionado desde los sectores conservadores de la Iglesia; y su asunción tuvo repercusión inmediata en el conflicto con el Reino Unido por la soberanía de las Malvinas, dada la pública posición de Bergoglio a favor del reclamo argentino.
En este contexto, Jorge Bergoglio escogió la fecha de su primer mes como pontífice para impulsar la primera medida importante de su papado. Ayer creó en la cúpula de la Iglesia un nuevo consejo de ocho cardenales que lo asesorarán.
Forman parte del grupo el chileno Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago, y el arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que tendrá funciones de coordinador.
El equipo (fruto de las deliberaciones en las congregaciones generales, previas al cónclave que lo eligió Papa) aconsejará a Francisco en el gobierno eclesial y estudiará una reforma de la Constitución Apostólica sobre la curia romana.
Los "vaticanistas" coinciden en que se trata de una señal de que Francisco quiere consultar sus decisiones de forma más amplia que Benedicto XVI.
Con ello, el pontífice se mantiene fiel a su estilo y organiza un cambio radical al frente de la Iglesia católica.
El diario La Repubblica informaba ayer con anticipación acerca de la decisión y hablaba de una "revolución de Francisco", porque él ya no será un gobernante en solitario, sino que será apoyado en sus decisiones.
Además de los latinoamericanos hay otros seis cardenales de los cinco continentes: el alemán Reinhard Marx, arzobispo de Múnich; el cardenal de la curia italiano Giuseppe Bertello; el arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley; el congolés Laurent Monsengwo Pasinya; Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; y George Pell, arzobispo de Sydney. Monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano, actuará como secretario.
La primera reunión del grupo tendrá lugar del 1 al 3 de octubre próximo. (Télam-DPA)