¿Para qué entender lo que soñamos?

Carlos Iriarte, psiquiatra.

El de los científicos de Japón parece ser un estudio muy serio, además de estar avalado por una de las revistas más prestigiosas de la actividad. Además, nos abre nuevamente a reflexionar la importancia de los sueños en los seres humanos. 

La gente, en una enorme medida, no recuerda lo que sueña. Este tipo de métodos podría ayudar a que las personas reconstruyan lo que soñaron, lo cual es muy valioso para la terapia. El sueño es el lugar de la no censura, por lo que los conflictos se expresan más vívidamente que estando despierto. Además, es una forma de conocer la evolución de la terapia, los avances o retrocesos que esta pueda tener. 

Los pacientes expresan las cosas como pueden y no como los profesionales quisiéramos; es por eso que tenemos que estar atentos a todo. Según Freud, el que más estudió el tema, los sueños son la mejor forma de acceder al inconsciente, junto con los lapsus y la asociación libre. De allí la importancia de contar con mecanismos complementarios -como el que están desarrollando los japoneses- que nos permitan recuperar lo que la persona vive en sus sueños.


No es posible escanear una metáfora

Gabriela Abad, psicoanalista y docente de la UNT.

Pretender que una máquina nos ayude a interpretar a un sujeto es como intentar que un decodificador descifre las imágenes de relojes que se derriten, de Dalí. Es lo mismo que cuando copiamos una poesía de Borges, por ejemplo, en Word: los subrayados marcan un sinnúmero de errores de redacción y correlación, porque la poesía logra trampear las leyes de la lengua; es la única que puede jugar con su estricta sintaxis. Y Word no lo entiende. De la misma manera los sueños burlan las leyes que nos constriñen a los sujetos y se disfrazan de tal manera que nadie se da cuenta. Realizan así nuestros deseos más íntimos; tan íntimos que ni nosotros queremos saber de ellos. Sin embargo, bajo el cobijo de la noche y de la inconsciencia, logramos ponerlos en escena. El objetivo está cumplido; ya soñé y bajo tal manto de metáfora que nadie advierte, ni yo mismo, el deseo que puse en escena. Los psicoanalistas estamos para cuando un sujeto quiere dejar de realizar su deseo solo en sueños y decide interrogarse sobre él; y en este desafío pueden venir en nuestro auxilio, la literatura, la pintura, las imágenes de la tele, el teatro para ayudarnos en la interpretación. Pero estoy absolutamente segura de que una máquina, no.

Los que estudian el cómo, no el qué

Oscar Igusquiza (h), neurólogo clínico.

Hoy en día no tenemos aplicación clínica (es decir, no conocemos en qué nos ayudaría conocer lo que soñamos). Sí podemos estudiar patologías; cuáles son las etapas del sueño; cuándo se puede estar soñando y cuándo no; ver algunos trastornos motores o del comportamiento. La polisomnografia estudia aspectos cerebrales como los respiratorios, cardíacos, y todo lo que pasa durante el sueño, pero no nos da la posibilidad de saber qué soñó el paciente. Sí podemos determinar la etapa REM del sueño, pero hasta ahí llegamos. No podemos saber el contenido. Creo que es muy difícil; habría que ver. Lo que sí es factible, a través de resonancia magnética funcional y con electro, es ver etapas de sueño y qué partes del cerebro se activan. Los estudios se usan para ver trastornos del sueño: para investigar por qué una persona no duerme bien o si padece convulsiones durante el sueño, si sufre alteraciones respiratorias o cardíacas, y esos estudios se hacen hoy en día acá. Lo difícil con la tecnología conocida es ver el contenido, salvo que se despierte al paciente y se le pregunte de inmediato -como parece haber sido hecho el estudio que publicó Science-.