Las calles claroscuras y románticas de París, estrechas y adoquinadas, reciben unos cuerpos delgados, que juegan a escondidas. Muestran la piel, se contonean y suben a unos autos que sólo contienen sombras. Elegancia, excelente fotografía y un piano que le agrega drama. Cara Delevingne, Georgia May Jagger (la hija de Mick Jagger), Saskia de Brauw y Kate Moss representan -o al menos parecen hacerlo- a prostitutas bajo el lente del cineasta James Lima, para la revista británica Love Magazine. En el filme, las modelos se retiran de la calle y salen por una puerta al desfile de la última colección de la marca de lujo Louis Vuitton. Por estas imágenes, la asociación francesa de defensa de los derechos de las mujeres, Osez le Féminisme, ha realizado una campaña en rechazo a la visión glamorosa de la prostitución. "Es un video perturbador porque asocia dos universos totalmente diferentes, el refinado de la costura y uno mucho más violento: el de la violencia sexual", indicó Osez ante la prensa mundial. Desde Louis Vuitton no hicieron comentarios sobre el clip de tres minutos y medio, pero han hecho saber que ellos no encargaron la grabación.
Las quejas sobre cómo dejan paradas a las mujeres en las campañas de moda no son nuevas. Sucede a menudo cuando las revistas se entusiasman con el Photoshop, y borran un ombligo o una costilla (Ralph Lauren 2009); cuando se muestra "de más" algunas partes del cuerpo que algunos no quieren mirar (Gucci 2003); o cuando exhiben a las modelos en poses sexuales agresivas (Yves Saint Laurent-Opium en 2000). Inapropiadas, impactantes, machistas. Puede ser. Pero para las leyes de la publicidad todas ellas tienen un don: quedaron grabadas en la retina del espectador y fueron un éxito.