Ya está. El error no forzado de Juan Martín del Potro marcó el final del partido. Rafael Nadal es campeón. El tandilense deberá seguir esperando algún tiempo más para conquistar su primer torneo Masters 1.000.

Mientras "Rafa" rompe en llanto por esta vuelta insospechada en el torneo sobre cemento de Indian Wells, furiosa e increíblemente exitosa, mi cabeza es un escritorio desordenado, inundado de conceptos contradictorios.

Siento, imagino que varios de los que esto leen coincidirán que, el cierre podría haber sido muy distinto, por aquel 6-4 y 2-0 con el que el argentino manejaba la situación en el segundo set. Ingenuo yo, a esta altura ya debería haber aprendido que, frente a Nadal, eso es estar todavía lejísimos de cualquier triunfo.

"Rafa" metió una vuelta más. Otra vez, como en tantas oportunidades en su carrera, volcó un partido que lo miraba de reojo, desconfiando de su inalterable capacidad competitiva. Del otro lado, Del Potro era la imagen exacta de quien se quedó con las ganas, que no es lo mismo que decir "con las manos vacías".

Otro panorama

La derrota de ayer de Juan Martín, por 4-6, 6-3 y 6-4, es bien distinta de otras, pesadas, que teñían de negro el contexto todo. Esta, en cambio, permite ver luces intensas al mirar hacia adelante. Sendos triunfos sobre Andy Murray y Novak Djokovic en días consecutivos, y la muy buena actuación en la final, lo mostraron concentrado en el partido siguiente y no distraído por el anterior; el slice como variante competitiva para compensar un dolor al pegar el revés; el rendimiento físico; y el hecho de ser protagonista del domingo de cierre de un torneo al que no faltó nadie, son detalles que así lo marcan.

Elijan el que más les guste. Todos son condimentos que aportan a una inmensa semana de Juan Martín y que, en el futuro inmediato, serán parte del equipaje tenístico del mejor jugador argentino de la actualidad.