Lo de San Martín fue cuestión de actitud, y de suerte. Porque ni una bendición del papa Francisco lo hubiera salvado de la silbatina si el partido con San Jorge terminaba 0-0. Fueron en total 100 minutos de aburrimiento puro, concreto, donde las situaciones de gol se contabilizaron como suspiros.
Y cuando apareció alguna, los despilfarros fueron moneda corriente. Actitud, ganas, querer un poco más. Con eso, el dueño de casa creó una idea de esperanza que terminó de convertirse en realidad después de que el juvenil Chacana entró a saldar la deuda de sus compañeros: midió el único centro bueno de Ermini, eligió un lugar dónde poner la pelota y concedió la unión cabeza-pelota. Hizo lo que nadie pudo: ¡acertar el arco!
Chacana y su acierto celestial le dieron vida a un "santo" en pena que hasta ese momento no había sabido abrir la cancha ni cerrarla. Era un "santo" atolondrado por la desesperación, y eso que enfrente tenía a una sombra que visitó Bolívar y Pellegrini con la intención de salir con un punto en el bolsillo. San Jorge no infectó "peste verde", tampoco tuvo corazón como para pelearle a un oponente licencioso.
San Martín iba, sí, pero muchas veces no sabía cómo volver. Y para colmo de malas, salvo por Molina, quien mantuvo un nivel parejo de punta a punta, el resto corrió en una pierna. Esa es la razón de la crítica al "expreso": pecó de avaro, de cómodo por no salir a tirarle bombas a un enemigo que se replegaba y luego amontonaba soldados en la trinchera en vez de repartirlos como corresponde. A decir verdad, las pifias de Toledo, que eligió patear en vez de asistir, y la de "Ratón", comiéndose un mano a mano insólito, el partido merecía morir en nada. Chacana, "Salvador" Chacana, quiso lo contrario: que San Martín siga con vida en el torneo.
Las claves
La salvación de San Martín llegó de la mano de Chacana. Su movilidad y astucia hicieron el resto, para que el local pase a ganar un partido malísimo. El juvenil fue la luz al final del túnel. Después, salvo Molina, nadie se salva.
Roldán tendrá tiempo para trabajar ahora con el plantel. Hay muchas cosas por corregir, sobre todo si pretende pelear el ascenso hasta el final. Ayer el equipo navegó por aguas profundas: se nubló, no supo atacar y desesperó.
Sin creación, difícil será sorprender al enemigo. Roldán pintó los primeros 15'. Vega casi ni participó, lo mismo que Ibáñez, que entró hecho un fuego que se apagó rapidísimo. Si el equipo anda a GNC, todo se complica.
Lo de San Jorge fue un papelón. Jugó a no perder y perdió. Bordón vio la roja por protestar y empezó a provocar a los hinchas con muecas del clásico. Bernasconi y el plantel lo repitieron a la salida, con devolución de insultos.