Demasiado tiempo ha pasado desde que los ferrocarriles son nuestros, después de haberlos comprado a los ingleses, que si bien los administraron muy correctamente, quizás los beneficios que obtuvieron fueron tan grandes que les devolvieron con creces la tamaña inversión que habían hecho en poner en funciones 44.000 kilómetros de rieles, de manera puntual y también eficiente. Pero nosotros, los argentinos, los dueños, ¿qué fue lo que hicimos para llegar a este momento en el que semejante transporte económico y no contaminante, está en decadencia desde esos años de compra? ¿Qué hemos hecho hasta llegar a estos días del siglo XXI en los que ni aun desde Tafí Viejo hasta San Miguel de Tucumán, ha sido posible hacer circular el ferrocarril con eficiencia y con las comodidades que pueden y deben tener esos transportes? ¿Cuáles son los verdaderos motivos por los cuales no se puede hacer esta obra? Es hora de que alguien se preocupe de verdad, sea quien sea. Tanto aquellos que podrían utilizar este fabuloso transporte como los empleados que aún queden en el ferrocarril, y por supuesto los funcionarios responsables, municipales, provinciales y nacionales. Pero si a nadie le interesa, si ya existe un pensamiento de imposibilidad, en este territorio tan rico con gente capaz, viene a la mente el título: ¿No pueden o no quieren?
Carmelo J. Felice
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