Cuadernos
PAPELES DE TRABAJO
JUAN JOSÉ SAER
(Seix Barral Buenos Aires)
Antes de convertirse en el creador de esas grandes novelas que son Nadie nada nunca (1980), Glosa (1986) o Lo imborrable (1993), Juan José Saer se preparó durante años para ser el auténtico heredero del lugar que Borges dejaría vacante en el centro de la escena literaria nacional. Su trabajo fue arduo, persistente, casi secreto, y recién ahora está saliendo a la luz, gracias al excelente grupo de investigadores liderados por Julio Premat, autor de La dicha de Saturno (2002), sin duda el mejor texto crítico que se ha escrito sobre la obra de Saer. Es que el escritor santafesino conservó los cuadernos en los que, desde antes de 1960, fue escribiendo sus apuntes, ideas, escenas, impresiones, pensamientos, opiniones, bocetos y pequeños ensayos que con el tiempo se convertirían en los pretextos de sus poemas, relatos, cuentos, narraciones y novelas. Papeles de trabajo es un verdadero laboratorio de escritor, una suerte de habitación privada llena de pequeños tesoros. Por eso no es casual que la "Introducción general" de Premat, con la que se abre el libro, tenga un epígrafe notable, una nota de 1975 en la que Saer confiesa que esa noche del 11 de febrero, simplemente, le dieron ganas de escribir, no de decir algo, sino de mecerse "en el equilibrio infrecuente y perecedero de la mano que va deslizándose de izquierda a derecha, oyendo los rasguidos de la pluma sobre la hoja del cuaderno, victorioso por fin de que el deseo de escribir es un estado independiente de toda razón y de todo saber". El autor tiene una relación íntima con el acto físico de la escritura, y parte del valor de lo que escribe está basado en el placer y en la convicción de que el mundo, ese mundo hecho de trazos y retrasos, en alguna medida, pasa por sus manos. El libro, además, nos proveerá destellos del joven Saer, de sus lecturas, de su forma de leer y de sus ideas sobre la literatura. Asistiremos al posible nacimiento de algunos de sus mejores textos y de sus mejores personajes, como Ángel Leto, Carlos Tomatis o Adelina Flores, protagonista de ese gran cuento que es Sombras sobre vidrio esmerilado. También hay poemas inéditos y textos inclasificables, algunos de ellos inconclusos. Nada que perturbe una lectura placentera y la alegría de volver a encontrarse con un autor que ha hecho de su literatura una especie de culto a la amistad.
Universo paralelo
El volumen, primero de una serie de cuatro, consta de nueve cuadernos que van desde sus inicios en la Santa Fe natal, pasan por su mudanza a París y lo encuentran a punto de convertirse en un autor reconocido nacional e internacionalmente, alrededor de 1987. Papeles de trabajo, por otro parte, más que textos inéditos, nos muestra un universo paralelo de la escritura, como sostiene Premat, "desdoblando y acompañando la obra édita". Son los borradores que en algún punto el mismo Saer sabe que no va a publicar en vida, con la clara conciencia de que no todo es publicable, y de que a veces un gran escritor también se define por lo que decide no publicar. Una verdadera lección para quienes creen que escribir es publicar y que publicar, siempre, es publicar mucho. El libro, por último, recuerda La preparación de la novela (2005) de Roland Barthes. Curiosamente, o no, ambos autores fueron contemporáneos, y sin conocerse, estaban escribiendo estos (no) libros en la misma época, siendo casi vecinos, en un sentido que excede totalmente lo bio-geográfico. Quien algún día se tome el trabajo de cotejarlos encontrará muchas afinidades, y nada nos impide imaginar que se hayan cruzado más de una vez por las callecitas o los cafés de París, sin verse, cada uno sumido en su mundo, que de alguna forma ahora también es el nuestro.
© LA GACETA
Marcelo Damiani