BUENOS AIRES.- "No estamos bien y esa es la realidad". Carlos Bianchi no oculta el presente de Boca y sabe que deberá trabajar mucho para que el equipo alcance el nivel que él y todo el pueblo "xeneize" desean. Tres cotejos oficiales jugados, con un triunfo, un empate y una derrota (esta en el debut de la Copa Libertadores) hacen un arranque de año complicadísimo para el "Virrey".

"Ahora se dan cuenta de que no tengo el celular de Dios", dijo el entrenador, que con el empate del domingo frente a Tigre sumó su séptimo partido sin ganar de visitante, con los seis que arrastraba de su etapa anterior, en 2004. Esta es su peor marca como DT.

Pero no solamente los resultados son los que preocupan en La Ribera. También el pobre nivel futbolístico y el bajo rendimiento de varias de sus individualidades. Ya durante el torneo de verano, el "auriazul" comenzó a evidenciar problemas de funcionamiento, que se profundizaron en estos tres últimos compromisos. Consciente de esto, Bianchi decidió meter mano en el equipo. Realizó seis cambios el domingo y relegó a tres referentes: Santiago Silva, Walter Erviti y Leandro Somoza. Aunque no ganó, rescató que no le hayan marcado goles, después de haber recibido cuatro tantos en dos partidos. "Es positivo haber dejado nuestro arco en cero. Logramos ese propósito a la hora de defender", señaló.

Mientras intenta que Boca se convierta en protagonista y deje de ser un equipo endeble, el "Virrey" sigue esperando que Juan Román Riquelme se ponga a punto físicamente. El enganche puede convertirse en el "salvador" del entrenador y del "xeneize". (Especial)