QUITO.- Finalmente el capítulo de la elección ecuatoriana comienza a cerrarse. Si bien el sistema electoral no permite contar con el escrutinio definitivo rápidamente, las encuestas en boca de urna están confirmando los pronósticos. Rafael Correa estaría arañando el 61% y logrará así cuatro años más de gobierno. Le saca a su segundo una diferencia superior a los 35 puntos, mientras se afianza la idea de que obtendrá una cómoda mayoría en el Congreso.
La jornada transcurrió en calma hoy en Quito y no hubo reportes de hechos de irregularidad en el territorio ecuatoriano, salvo la denuncia del propio Consejo Nacional Electoral que denunció un intento de filtración de su sistema informático que fue rápidamente detectado.
También hizo mención a que en una provincia se detectó "un grupo de actas donde está ya subrayado para una organización política y un candidato en particular, que no es del Gobierno". Y agregó que "son eventos que forman parte también de algo que habíamos ya pronosticado: los intentos de sabotaje, de interferir el normal desarrollo del proceso electoral para deslegitimar los resultados", comentó.
Descontada ya la cómoda victoria de Correa, comienza para el Presidente un nuevo desafío: el desarrollo de Ecuador, históricamente una de las naciones más pobres de Sudamérica.
El petróleo
Hasta hace unos diez años, Ecuador vivía de sus exportaciones de banana (la Argentina es su principal comprador), cacao, café y camarones. Ahora el petróleo es su principal producto de exportación y gracias a él ha conseguido equilibrar el crónico déficit de su balanza comercial con el exterior.
Los críticos de Correa adjudican en exclusividad al reciente boom petrolero del país la bonanza económica de Ecuador y los éxitos de Correa. Pero este es un análisis sumamente reduccionista. Resulta necio desconocer el impacto de las intensas políticas sociales del gobierno (principal causa de la popularidad del presidente), la inyección de la inversión pública, el vertical aumento del consumo y la mayor eficiencia en la recaudación tributaria, que suministra mayores ingresos al Estado.
Pero también es cierto que el nivel de industrialización del país es bajísimo y que por ello casi todo el petróleo se exporta crudo, privando a Ecuador del valor agregado de la refinación.
Correa es consciente de eso y ha anunciado para su próximo período un verdadero plan de industrialización del país, poniendo especial énfasis en la petroquímica.
Otro aspecto que suscita mucho interés es el tratamiento que se dará al capítulo de la minería. Ecuador, al igual que Perú posee importantes riquezas mineras hoy inexplotadas y el presidente ya ha dicho que se plantea desarrollarlas. La expectativa está planteada en el hecho de que el gobierno tiene una clara orientación de izquierda y además la Alianza País de Correa ha sostenido siempre una posición de fuerte sesgo ambientalista.
Habida cuenta del fuerte conflicto planteado entre la defensa del medio ambiente y el desarrollo de las inversiones mineras, ¡cómo resolverá el gobierno este conflicto?
Inversiones extranjeras
También se presenta el interrogante de cómo encarará su política con relación a las inversiones extranjeras. Ecuador carece de los capitales necesarios para explotar sus recursos y necesitará asociarse a capitales de fuera del país. El vecino Perú es un ejemplo de liberalización muy alta con respecto a esas inversiones y Correa ya ha dicho que ese no es el camino.
Cerrado ya el acto electoral y conocidos los resultados, comienza otra etapa para este país hermano. No caben dudas que la historia se divide en antes y después de Correa. Por primera vez Ecuador va a tener un mismo gobierno tantos años seguidos, poniendo fin a décadas de inestabilidad política.
Es llamativo que quien encarna esa estabilidad sea un hombre como el presidente Correa. Economista formado en las más exigentes universidades de Europa y Estados Unidos, es simultáneamente un hombre de izquierda, pero sumamente creativo y para nada esquemático en sus concepciones.
También los países de la región miran con atención los pasos futuros de Correa. La emergencia de un nuevo liderazgo en Sudamérica puede ser muy importante, habida cuenta de la desaparición de un líder como Néstor Kirchner y la penosa enfermedad que aqueja a Hugo Chávez, cuyas ausencias han generado un vacío que el proceso integrador debe llenar.