Sorpresa y estupor en todo el mundo. El arzobispo de Tucumán, que se encontraba en Tacanas, en un retiro dirigido a seminaristas, quedó atónito. “No voy a hacer declaraciones, sólo rezar por el futuro Papa”, se disculpó ante LA GACETA monseñor Alfredo Zecca.

Si bien desde aquel 19 de abril de 2005 en que se eligió a Joseph Aloisius Ratzinger se lo mencionaba como “un papa de transición”, por su avanzada edad (hoy tiene 85 años), nadie pensó que renunciaría. Aunque sí podemos imaginar lo mucho que le costó aceptar el cargo, y no sólo porque debía suceder a un santo en vida (quizás por eso evitó llamarse Juan Pablo III), sino, sobretodo, porque después de tantos años trabajando arduamente junto a Juan Pablo II, pensaba, al fin, retirarse.

No fue fácil para él tomar el timón de la Iglesia. Incluso él mismo había reconocido: “hasta cierto punto, le dije a Dios 'por favor no me hagas esto'... Evidentemente, esta vez Él no me escuchó". Era un peso muy grande para una espalda cansada. Y aunque conocía más que nadie “los infiernos” que arden del lado “humano” del Vaticano, le faltaron fuerzas para apagar tanto fuego. Tal vez fue la manera que encontró de decir ¡basta! Terminemos con los escándalos. A tres días del Miércoles de Ceniza y el comienzo de la Cuaresma, una lectura podría ser: "pongamos fin a este Carnaval". LA GACETA


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