BOGOTÁ/LA HABANA.- El encumbrado comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y jefe de su quinto frente, Luis Carlos Durango (alias Jacobo Arango), murió en un bombardeo militar mientras el Gobierno colombiano arrecia su ofensiva contra renovados ataques y secuestros de parte de los rebeldes.

El líder fallecido, que llevaba 34 años en la organización, era muy cercano al jefe del equipo negociador de la guerrilla en el diálogo de paz en Cuba, Luciano Marín, más conocido por su nombre de guerra, Iván Márquez.

"Es un golpe de alta transcendencia e importancia", aseveró el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien reveló que en la operación murieron otros cinco rebeldes. Acusó a Arango de ser el responsable de masacres, asesinatos y ataques contra las Fuerzas Armadas y la infraestructura económica del país sudamericano. Por datos sobre Arango se ofreció una recompensa de U$S 225.000.

Las FARC anunciaron que continuarán capturando soldados y policías, lo que provocó una enérgica reacción del Gobierno y una gran tensión en la mesa de diálogo en La Habana, justo en el inicio de una cuarta ronda de discusiones el jueves. En una señal de los desencuentros entre ambas partes, el grupo guerrillero criticó ayer al presidente, Juan Manuel Santos, por no acceder a ocho propuestas que ha presentado, entre ellas el cese bilateral del fuego y de hostilidades.

"Ya son múltiples y estridentes los 'noes' del Gobierno a todas nuestras iniciativas en favor de la paz en Colombia. De complemento, el pueblo ha escuchado a través de los medios de comunicación la reiteración de la orden gubernamental de arreciar la guerra, que extrañamente ahora se hace acompañar de quejas por sus consecuencias, mientras se nos llama cínicos", aseveró Márquez, pese a que insistió en renovar los intentos por alcanzar la paz. "Es preferible darle tiempo suficiente a una iniciativa de diálogo, que perpetuar la injusticia y la guerra sin otra opción", agregó.

Santos advirtió el jueves que una tregua sólo se dará con la firma de un acuerdo que ponga fin definitivo al sangriento conflicto interno de casi cinco décadas. Las FARC han sido debilitabas por más de una década de ofensiva militar, apoyada por Estados Unidos, en la que han muerto importantes comandantes y miles de combatientes han desertado, por lo que pasó de unos 17.000 hombres en armas a unos 9.000 en la actualidad, según fuentes de seguridad. El año pasado perdió a unos 800 combatientes. (Reuters-DPA-Télam)