En su excelente nota de cierre del año 2012, la columnista del "Wall Street Journal" que, desde hace años, cubre todas las semanas lo que sucede en América Latina, Mary O'Grady, denomina los "fabulosos cuatro" a un grupo de países de la región que, a diferencia de los demás, está entrando rápidamente en la modernidad: esto es creciendo a buen ritmo y destruyendo pobreza.

Ese grupo está integrado, como es evidente, por Chile, México, Perú y Colombia. Esto es por las economías abiertas, organizadas sobre la base de la libertad económica. Es nuestro eje regional del Pacífico, democrático y conectado al mundo sin mayores complejos y con renovada confianza en ellos mismos, corriendo los riesgos que la búsqueda del progreso siempre supone.

Todo lo contrario a los países que -como el nuestro- nos encerramos en nosotros mismos, creyendo que concentrando la vista en el propio ombligo, se crece automáticamente. Cuando obviamente ello no es así, según atestigua (más allá de la demagogia y de las falsificaciones de las estadísticas) la evidente incapacidad que tenemos para sacar de la pobreza a demasiados de nuestros semejantes.

La columnista nos recuerda cuan fácil es hacer negocios e invertir en esos cuatro "fabulosos" países. Por oposición a lo que ocurre en la Argentina o en Venezuela. O hasta en Brasil mismo. Países, estos últimos tres, que están entre los que aparecen en el índice de las Naciones Unidas como aquellos en los que el quehacer económico está fuertemente "trabado" por la parálisis derivada de la burocracia, la ideología y el dirigismo, combinados.

Buena fama
Chile es, recordemos, el sexto país del mundo entre los más atractivos para las inversiones. Y Perú el que más ha mejorado en los últimos seis años. Por esto Chile recibe una inversión extranjera anual que equivale al 7% de su PBI. Y Perú una equivalente el 5% de su PBI.

Brasil, mientras tanto, recibe una inversión externa que es sólo del orden del 2,9% de su PBI. Mientras México, que crece al 3,8% anual y está desplazando silenciosamente a Brasil como la economía más importante de la región, una inversión extranjera que equivale al 1,8% de su PBI.

En la costa del Pacífico
Los "fabulosos cuatro" están en la costa del Pacífico y se mueven en su ámbito. Chile tiene apenas el 11% de su población, nos dice O'Grady, que aún está en la pobreza. Perú, por su parte, todavía tiene el 27%, pero hace apenas dos años esa proporción era del 31,3%. En contraposición, Argentina y Venezuela siguen sin disminuir significativamente el porcentaje de pobreza que las golpea.

Pero cuando de mirar a los exitosos se trata, los argentinos preferimos no mirar a los "fabulosos cuatro". Ni imitarlos. Ni hablar de ellos. En cambio, nos refugiamos en el paternalismo del Estado, en los subsidios, en las dádivas y, por todo ello, en el clientelismo.

La novedad del 2012 es que ahora nos animamos, al menos, a expresar públicamente nuestra disconformidad con quienes están dedicados a gestionar la economía apoderándose de todas las rentas, sin preocuparse demasiado por crear riqueza. Distribuyendo solamente lo que resulta una receta suicida de cara al futuro, que nos está postergando en el mundo y en la región, año tras año. Esto supone haber vencido el miedo proyectado por un gobierno que utiliza la intimidación y apela a la perversidad en las conductas como ninguno lo ha hecho en nuestro pasado histórico, pese a que si miramos hacia atrás no es difícil advertir que contiene algunos momentos bien oscuros, por cierto.