Solo quedaban indicios ayer a media mañana por las avenidas Wenceslao Posse y Benjamín Aráoz. Las secuelas dejaban en claro que algo, no se sabía bien qué, había pasado por la zona del hipódromo. La basura acumulada fue un vestigio que nada tuvo que ver con la semejante fiesta que se vivió por el paso del Rally Dakar.

En el óvalo del circo hípico quedaban solo camiones de logística, cientos de bolsas de basura y varios contenedores repletos de residuos. Los últimos en despedirse de los predios que albergaron el Village Dakar (zona de entretenimientos) y el sector del escenario fueron los equipos de Defensa Civil de la Provincia y de Messe Frankfurt, empresa encargada de montar los stands. "Felicito a los tucumanos porque realmente todo fue muy ordenado", reconoció el ingeniero César Acuña, subdirector de Defensa Civil de la Provincia.

El funcionario estaba a la espera de entregar la carpa, las mesas y sillas que usaron durante dos días y medio con los últimos voluntarios que trabajaron. "Hubo una concentración de gente muy importante cuando actuaron los cantantes; cerca de 40.000 personas", apuntó Acuña que explicó que solo tuvieron que atender a pocas personas durante estos días.

También se fueron muy satisfechos los ejecutivos de Messe Frankfurt. "Escuché lo que dijo Etienne Lavigne sobre Tucumán. La verdad que todo fue muy bueno", dijo Fabián Natalini, gerente de Proyecto de la empresa, coincidiendo con los elogios que hizo el francés que dirige el Dakar. Uno de los principales temores en el Village Dakar era que "los amigos de lo ajeno" tuvieran protagonismo, pero no fue así y el buen comportamiento del público no fue opacado. Más allá de los residuos, esporádicas manchas, el paso del Dakar en Tucumán dejó una huella que no se ve, pero se sentirá por siempre: la de la pasión por el rally más exigente del mundo.