LA HABANA.- La alegría, las primeras dudas y el optimismo cauteloso de algunos opositores políticos marcaron ayer el primer día de la entrada en vigor de la reforma migratoria en Cuba, que permitirá a sus ciudadanos viajar al extranjero sin depender del permiso especial conocido como "carta blanca", exigido desde 1976, ni de invitación alguna desde el exterior.
La reforma anunciada por el Gobierno de Raúl Castro hace tres meses, prevé que los cubanos puedan dejar la isla únicamente con un pasaporte y el visado del país de destino.
Las autoridades habilitaron 195 oficinas en todo el país para gestionar el nuevo pasaporte, y ayer se tramitaron miles de pedidos. Aunque no había largas colas, en La Habana se podían ver a grupos de hasta 100 personas esperando. Muchos acudieron temprano sólo para informarse de la nueva ley, aún desconocida en su aplicación.
"Vine a ver si era cierto. Estoy esperando un visado para Estados Unidos", explicó Aracelli, de 66 años. "Pienso irme en febrero, si Dios quiere; estoy muy contenta y creo que la ley ha sido muy justa", dijo Marta Caridad, quien espera visitar a familiares en Carolina del Norte, EEUU.
En la normativa original hay algunas restricciones. Profesionales calificados, como los médicos; deportistas de alto rendimiento y militares deben pedir una autorización particular (oficialmente, se pretende "preservar el capital humano creado por la Revolución"). También la oposición sufriría alguna limitación: a sus miembros se les podría rechazar las gestiones de pasaporte por motivos de "defensa" y "seguridad nacional".
La nueva ley permitirá además a los cubanos prolongar sus estancias legales en el extranjero de 11 a 24 meses, la salida de los menores de edad y el regreso temporal de emigrantes que partieron ilegalmente después de 1994. (DPA-Télam)