MELBOURNE.- Mejor no preguntarle a Roger Federer hasta cuándo piensa seguir jugando al tenis. No sólo porque se trata de un tema que a esta altura lo aburre, sino porque ni él mismo lo sabe. Lo único seguro es se propone marcar nuevos récords. "Sigo aquí", dijo sonriente en Australia.
Federer, dueño de una cifra récord de 17 títulos de Grand Slam, no gana el Abierto de Australia desde 2010, pero tras conquistar Wimbledon en 2012 y recuperar el número uno del mundo hasta situar la plusmarca en 302 semanas al frente del ranking, todo parece posible a los 31 años.
"Estoy hambriento y motivado para levantarme en las mañanas y entrenarme por horas. Para mí, eso es una buena noticia", aseguró el suizo que llega a su debut del martes en Melbourne Park sin jugar partidos oficiales desde noviembre. Mientras Djokovic disputaba la Copa Hopman, Andy Murray ganaba el torneo de Brisbane, David Ferrer el de Auckland y Juan Martín del Potro llegaba a la final de la exhibición de Kooyong, él se entrenaba en Melbourne.
No haber jugado torneos no es un problema, asegura. "Es importante empezar la temporada fresco", señaló. Federer es conocido por el cuidado que pone en la planificación del año, en el que suele tomarse pausas prolongadas que le sirven de regeneración física antes de cada Grand Slam, que son los que le importan.
El plan de Federer suena lógico: llegar hasta Río 2016 en busca del último gran título que se le resiste, el oro olímpico en individuales.
El de Australia será el trigesimo Grand Slam consecutivo de Federer. Eso refleja su regularidad y la ausencia de lesiones graves en su carrera. El récord de apariciones consecutivas en los cuatro grandes está en manos del sudafricano Wayne Ferreira: 56. "Fui su recogepelotas y luego jugué dobles con él. Es un buen amigo", dijo Federer de Ferreira. "Planifiqué la temporada para no perderme los grandes por lesiones. Quiero ver hasta dónde llega esta racha", indicó.