Otra vez juntos: Lionel Messi y el Balón de Oro. La relación comenzó hace cuatro años y parece que no se terminará nunca. Algunos ya especulan que sumará el quinto. Es que en el fútbol actual nadie le hace sombra. Ni Cristiano Ronaldo, otro fenómeno cuando entra a una cancha; ni Andrés Iniesta, un crack con todas las letras.

Messi ganó su cuarto Balón de Oro, pero no es el mismo de hace cuatro años. Cambió mucho, demasiado. Ya nadie lo discute, ni en el mundo ni en Argentina. Su premio fue avalado por más del 40 por ciento de los votos en una elección que disipa cualquier duda. Los diarios europeos se animan a decir que ya es el mejor de la historia. Luce maduro. Ya no tiene cara de niño. Sabe que es el líder de Barcelona y de la Selección. Se anima a usar un traje sabiendo que todos hablarán de él. Ahora le dedica el premio a su hijo y a su mujer. Muchas cosas pasaron en cuatro años. Lo único que no cambia es que Messi recibió otro Balón de Oro y admitió que cuando enfrenta los micrófonos se sigue poniendo nervioso. En la cancha, en cambio, los que se ponen nerviosos son sus rivales cada vez que deben marcarlo.