Tres jóvenes comparecieron apretujadas y entre rejas en un juicio público en Moscú. Estaban despeinadas, pálidas, cansadas. En ocasiones sonreían de forma insegura. Difícil de olvidar su imagen, pues durante semanas las Pussy Riot fueron noticia. Maria Alyojina (24 años), Nadeshda Tolokónnikova (22) y Yekaterina Samuzevich (30) buscaron provocar. Quisieron hacer algo en febrero contra el candidato a presidir Rusia, Vladimir Putin, quien se presentaba por tercera vez para ocupar la jefatura del Estado a la vez que controlaba con mano firme a la oposición. Las Pussy Riot irrumpieron y cantaron con el rostro cubierto ante el magnífico altar de la catedral de Cristo Salvador de Moscú. Su oración en ritmo punk ("Madre de Dios, echa a Putin", decía) criticaba el apoyo de la Iglesia Ortodoxa Rusa al entonces primer ministro.

El Kremlin no pasó por alto la controvertida acción y respondió con dureza, lo que desató críticas en todo el mundo. En el proceso, que muchos consideraron una farsa, Alyojina y Tolokónnikova (ambas madres de niños pequeños) fueron condenadas a dos años de cárcel. Samuzevich quedó en libertad condicional. Estaban acusadas de vandalismo y de odio religioso, pese a que se disculparon y subrayaron la motivación política de su acto. Alyojina fue castigada en prisión varias veces por levantarse tarde, y Tolokónnikova fue declarada la Mujer del Año por el diario francés Le Figaro.

El objeto de su ira, finalmente, se impuso en las urnas. A principios de mayo, Putin, tras doce años en diferentes posiciones de mando, regresó al Kremlin pese a la resistencia de una oposición movilizada en las calles como nunca antes y aun cuando la elección del ex agente de la KGB, de 59 años, no se haya destacado por su limpieza. Su tercer mandato durará seis años por primera vez, por los cambios en la Constitución rusa.

Buscando un opositor
Mientras tanto, la oposición política y la sociedad civil siguen buscando una forma para poder tener más voz. Muchas personas en el país más grande de la tierra, se han tenido que conformar con el intercambio de cargos en el tándem en el poder, Putin y Dimitri Medvedev, ex Presidente y actual premier. 

Los rusos han sido meros espectadores del último capítulo de este enroque y, por ahora, no se perfila en el horizonte una alternativa al jefe de Estado. Una posibilidad es el ex magnate petrolero de 49 años, Mikhail Khodorkovsky, quien está detenido desde 2003 por malversación de fondos, evasión tributaria y lavado de dinero por varios millones de dólares, que fue beneficiado por la Corte Suprema de Justicia con una reducción de su condena. Gracias a ella, uno de los críticos más feroces de Putin podrá salir en libertad en octubre de 2014; hasta tanto, seguirá alojado en una prisión cerca del Círculo Polar Ártico.

Pero su poder está menguado. Su compañía petrolera Yukos fue disuelta y vendida, mayormente al Estado. Uno de los pocos ricos que desafió a Putin en su primer mandato presidencial siempre se consideró un preso político, mismo rol que reclaman ahora las Pussy Riot.