El regalo de Navidad, ese que tanto esperaba, se le adelantó un par de días. El reconocimiento a su trayectoria, sumado a que hace unos meses volvió a trabajar en su amado club y ver a su hijo defender los colores de su vida, fueron emociones muy fuertes que Jacinto Eusebio Roldán recibió en poco tiempo. Pero ayer fue el momento cumbre, la frutilla del postre. El "maestro" volvió a ponerse los cortos para jugar "su" partido.
"Este partido es el broche de oro para un año muy bueno. Dios quiera que 2013 sea mucho mejor. San Martín es mi casa y volver a trabajar me reconfortó. Las cosas en inferiores no están 10 puntos, pero hay promesas de que van a mejorar. Además, pude ver a mi hijo Nicolás jugar en la primera", afirmó el hombre que ayer volvió a ser la estrella más brillante de Bolívar y Pellegrini. El objetivo era devolverle al ídolo algo de todo lo que dejó por la camiseta. "Al reconocimiento del hincha lo tengo día a día, pero este homenaje me llena de orgullo. Surgió como una idea de los muchachos de programa 'Santo de la Ciudadela TV', con Silvio Andrada a la cabeza, y me gustó mucho", dijo.
Roldán volvió a sentirse pleno. Con la 10 en su espalda demostró que su clase no tiene fecha de vencimiento. Pero lo más importante para él, fue compartir nuevamente un campo de juego con los amigos del fútbol. Un momento que el hombre de la leyenda mágica se llevará a su tumba. "Ya estoy grande y me emociono fácilmente. Este tipo de cosas te tocan el alma, es un viaje al pasado", explicó.
Roldán es uno de los ídolos que nunca pasó de moda en San Martín. A la hora de armar el equipo ideal, Jacinto es número fijo. Además, una encuesta que realizó LG Deportiva, para el centenario "santo", demostró que los hinchas lo tienen como su preferido: fue el elegido como el mejor jugador de la historia. "Aquí jugaron grandes futbolistas. Yo ví muchísimos. Por eso agradezco que la gente se haya acordado de mí", agradeció.
Un día La Ciudadela volvió a verlo lucirse. Para Roldán, vivir su fiesta fue tocar el cielo con las manos, aunque es consciente de que el homenaje fue lo de menos. Sabe que vive en el corazón del hincha "santo" y para él, eso no tiene precio.