En el frente de su casa un cartel nos advierte "Cuidado con el perro". Y uno piensa que en cualquier momento, cuando se abra la puerta, saldrá a recibirnos un enardecido animal. Pero no. Ni siquiera hay ladridos. Espectro y Pokito, dos pitbulls que habitan allí, juegan alegremente con los hijos de Walter Quinteros, dueño de un criadero de esta raza.
A Quinteros no le gusta que se demonice a los pitbulls. "Hay que educar más a los tenedores que a los perros. Hay quienes no toman conciencia de que tener un can de esta raza es una gran responsabilidad. Por eso yo siempre les hago una entrevista a los interesados. Ante todo, tiene que ser una persona equilibrada", dijo el experto. Quinteros fue uno de los primeros en anotarse en el registro municipal de tenedores de canes potencialmente riesgosos. "La iniciativa es buena, pero no basta con un registro porque la situación está desbordada. La ordenanza es inaplicable porque para controlar este problema necesitás un ejército de inspectores que vaya casa por casa", dice. A su entender, el problema en la provincia es que hay muchos criaderos (más de 200) en los cuales se cruzan razas y el resultado de estos experimentos puede ser muy riesgoso: "obtenés perros inestables, verdaderas bombas de tiempo". "Una buena medida sería que en las veterinarias se instruya a la gente sobre la importancia de adquirir estas razas en criaderos registrados en la Federacion Cinológica Argentina. "A veces la gente viene desesperada y te dice quiero un pitbull que me cuide la casa. Después los dejan abandonados y eso no sirve", dice.