BUENOS AIRES.- La intervención del fondo de inversión Gramercy en el proceso que enfrenta la Argentina frente a los holdouts, resultó decisiva para la impasse judicial de 90 días que tiene la administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, para presentar una nueva propuesta de pago.
Es que la resolución de la Cámara de Apelaciones del Distrito Sur de Manhattan pone paños fríos sobre un asunto que había dejado escaldado al gobierno kirchnerista y lo colocaba al borde de un nuevo default.
En esta controversia que se desarrolla en los tribunales de Nueva York, la Casa Rosada no termina de entender que se trata de un proceso civil entre dos particulares y que por más que quiera transformarlo en una cuestión nacional, el litigio no escapa a las generales de la ley, con la salvedad que conlleva cifras multimillonarias.
Revisión de conducta
La posición del gobierno argentino de realizar declaraciones imbuidas de una atmósfera chauvinista, no hizo más que entorpecer el proceso y provocar hartazgo en los magistrados intervinientes en el conflicto con los bonistas que no ingresaron a las reestructuraciones de la deuda soberana, lanzadas en 2005 y en 2010..
Estos 90 días (considerados de gracia) deben utilizarse para que la Argentina revea el proceso y su posición frente a las sentencias ya dictadas -en los hechos la Argentina fue condenada a pagar-, al tiempo que deben servir para que el gobierno evalúe cual es el costo menor para el país.
Mientras tanto, el tiempo transcurre y los millonarios honorarios de los abogados, también, aunque el accionar de los letrados resultó determinante para una y otra parte involucradas en este conflicto judicial.
La apelación planteada por los bonistas que entraron en el canje abrió las puertas para que el tribunal del alzada dictara la medida cautelar.
En la actualidad, el proceso está centrado en la puja entre los "holdin" y los "holdouts" y en una lucha titánica entre dos prestigiosos abogados del foro estadounidense que mantienen una histórica rivalidad y que, por momentos se transformó en sociedad, pero en el fondo los tiene frente a frente.
Los bonistas que aceptaron las condiciones propuestas por el país en el canje de deuda y lograron la cautelar contrataron los servicios profesionales de David Boies mientras que los holdouts contrataron a Ted Olson.
Viejos contendientes
Boies y Olson protagonizaron uno de los litigios más famosos de la historia de los Estados Unidos como fue la elección presidencial de 2000 que se dirimió en la Corte Suprema de Justicia, a favor del republicano George Bush (h), representado por Olson, frente al demócrata Al Gore, representado por Boies.
Por esos servicios, el ex presidente de los Estados Unidos designó a Olson como Procurador General de aquel país, un lugar apetecido por cualquier abogado de ese país y considerado el pináculo de la carrera de un hombre de leyes.
Sin embargo, los vínculos de Olson con los republicanos se remontan a los '80 cuando fue asesor legal del ex-presidente Ronald Reagan durante el escándalo Irán-Contras.
Boies está cerca de los demócratas y colaboró con la administración que encabezó Bill Clinton en la demandas contra Microsoft acusada de violar la ley antimonopolio y en descubrir los escándalos financieros de la década pasada.
Así como son rivales profesionales también supieron encarar patrocinios juntos como cuando en 2010 lograron que se puedan unir legalmente personas homosexuales en el estado de California, lo que le valió el premio mayor de la American Bar Association (ABA).
Pago de servicios
Ahora el default argentino los volvió a colocar frente a frente pero con un agravante: los servicios tanto de Olson como de Boies no son gratuitos. Sus respectivos buffetes facturan anualmente más de 1.000 millones de dólares en honorarios.
En estos 90 días, el gobierno argentino debe encontrar una solución definitiva al caso de los holdouts porque el tiempo juega en su contra. En esa carrera contrarreloj también juegan los intereses como los honorarios que se generan por el litigio.
Mientras más largo es el proceso, más ganan los abogados. Más vale un mal arreglo que un buen juicio.