La sabiduría popular es rica en frases contundentes. Es famoso, por ejemplo, "que en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Entonces... ¿Quién puede asegurar que tiene "la verdad de la milanesa"?

Esta es nuestra propuesta de hoy: que las milanesas te cuenten otra verdad. Ni carne ni pollo; ni siquiera merluza, o algún otro pescado más o menos conocido. No. La verdad es que, en realidad, cualquier cosa que sea apta para ser cocinada pasada por huevo y pan rallado (o algún reemplazante) puede ser, sin quitarle nada a nadie, llamado milanesa. Frita o al horno, esa costrita que se forma de la unión del pan y el huevo tiene la función de mantener los jugos de lo que cubren.

Y al mismo tiempo, si en vez de usar simples huevo y pan le das a la cosa una vuelta de tuerca, la costra dorada se transforma en todo un manjar en sí mismo. Los clásicos para ello son el perejil y el ajo, pero hoy te invitamos a probar otras alternativas.

Para veganos y no tanto
Muchas de las recetas que te proponemos pueden adaptarse perfectamente a quienes solo comen verduras, es decir, nada de lácteos, y tampoco huevos. Para lograr una sustancia que los reemplace y te permita "bañar" tus milanesas, poné la noche antes de prepararlas dos buenas cucharadas de semillas de lino en agua y dejalas reposar. Mientras vos duermas ellas transformarán el agua un una sustancia espesa: pues bien, con eso reemplazás el huevo, y listo.

Por lo demás, verduras (de hoja y de las otras), legumbres y tofu, más todos los condimentos y especias que se te ocurra combinar, te permitirán el placer de milanesear.

Y si lo tuyo es solo el intento de disminuir el consumo de carne o solo ganas de probar alternativas, la muzzarella y hasta el quesillo (combinados con hierbas, con tomates, con aceitunas) serán buenos invitados a tu mesa.