Comienzan a caer tipo seis de la tarde, cuando el sol encara la retirada y se esconde detrás de las montañas que tiene ahí nomás, a dos pasos de distancia. El buen humor de los muchachos responde a dos motivos principales: el fin de la jornada laboral y el comienzo de la otra, la divertida. La cancha adyacente al escenario de la Fiesta Nacional del Queso es el escenario donde, tres veces a la semana, una treintena de hombres rompe una de las tantas tradiciones de los valles: la del fútbol.

En efecto, la redonda ya no es la dueña absoluta de las alturas. El 6 de julio, en el majestuoso pero cruel paisaje del invierno vallisto, nació Tafí del Valle Rugby Club.

"El rugby siempre se extraña, porque más que un deporte es una forma de vida", enseña Gonzalo Brandán, que hace siete años se mudó a Tafí por motivos laborales y decidió crear el club para transmitir lo que le enseñaron sus días en Cardenales. Gonzalo siguió la corriente del profesor Manuel Elías, que hace cuatro años tuvo la brillante idea de empezar un humilde tallercito de rugby en la escuela Emeta, de Tafí. "Por un tema de seguridad, enseñamos tag rugby (modalidad que reemplaza el tackle por quitar una tira de tela del adversario). Gonzalo me ayudaba a preparar a los chicos, pero este año decidió lanzarse con el club", cuenta Elías.

El boca a boca hizo lo suyo, y de a poco fueron apareciendo nuevos interesados. Gonzalo supo que había un ex Tucumán Rugby viviendo en Tafí y buscó su ayuda.

"Al principio dije que no, porque no sabía si iba a poder cumplir. Pero un día, desde el gimnasio que está al lado de la cancha, los vi entrenando en el medio del frío. Ahí supe que debía sumarme. Acá hay condiciones que yo nunca viví como jugador: temperaturas bajo cero, granizo, viento norte que se levanta, cancha sin césped y demás. Pese a todo, ellos eligieron jugar al rugby", valora Hugo Turbay.

Los jugadores pueden dar fe de las dificultades del terreno: no hay uno que no tenga raspaduras en brazos y piernas. Pero las exhiben sonrientes, como si fueran partidos ganados. Heridas de guerra.

"¿Sabés qué es lo más llamativo de este grupo?", pregunta Gonzalo. "Que ninguno de ellos había jugado ni tenía conocimiento del rugby. Cuando Los Pumas enfrentaron a Australia nos juntamos a verlo. Los chicos no podían creer que se trataba del mismo juego". Mario Cruz, director de Deportes de Tafí, habla en su rol de lugareño. "En los últimos años venimos siguiendo el Seven que se hace acá. Pero sólo vemos como juegan los rubios. Ojalá algún día podamos participar", se ilusiona el amigo. No quiere ser rubio, como llama a los foráneos, sí jugar como ellos.

Promesa
El 27 de octubre fue el segundo día histórico de Tafí del Valle RC: jugó su primer y hasta ahora único partido. "Entrenar por entrenar no sirve, así que empezamos a buscar y nos encontramos con un equipo de Santa María, en Catamarca. Hugo fue hasta allá y arregló un amistoso", relata Gonzalo.

Sintiéndose amparado por las circunstancias, Hugo prometió entre risas que pagaría un asado para todo el plantel si ganaban. Y entonces pasó lo increíble: ganaron.

"¡Qué me iba a imaginar! ¡Era su primer partido, y los de Santa María ya jugaban desde hace cuatro años! Teníamos miedo de que los chicos se comieran una goleada y se desmotivaran. Ganaron 8 a 7. No te puedo explicar lo que se siente como DT. ¡Al asado se lo paga con gusto!", dice el "verdinegro".

Se vienen más partidos para los "Chiwank'u", voz quichua que identifica al pájaro de plumas negras que ellos adoptaron como símbolo. "Gracias a las redes sociales descubrimos que también hay equipos en lugares como Belén, Andalgalá, Hualfín y Cafayate. La idea para 2013 es armar encuentros una vez por mes en una ciudad determinada a la que vayamos todos los equipos", revela Gonzalo, y sueña: "que llegue el día en que podamos juntarnos en el club, comer todos en el quincho y sentarnos a ver jugar a la Primera".