Qué bien. Qué bien que se haya entendido que una orden resistida por varios sectores nunca lleva a buen puerto. Buenísima reacción. Qué bien que los funcionarios escuchen las razones de todos y obren en consecuencia. Aplauso por el sentido común. Qué bien que los padres hagan escuchar sus voces y no permanezcan indiferentes. Primó la democracia. Qué bien que los docentes no tengan miedo de jugarse por lo que creen que es conveniente para sus alumnos. Hubo valentía. Qué bien que se entienda que la calidad educativa no depende de la cantidad de días de clase, sino de la transmisión efectiva de conocimientos y valores. Excelente reflexión. Qué bien que los chicos que estudiaron durante el año puedan tener la compensación de quedarse en sus casas cuando la ola de calor acecha. Es un premio merecido. Qué bien que se reconozca que la mayoría de las escuelas no están acondicionadas para soportar las altas temperaturas de mediados de diciembre. Excelente la sinceridad. Qué bien que se hayan dejado de lado los paros, las manifestaciones y los enfrentamientos ideológicos, que siempre generan discordia. Se apeló a la sensatez. Qué bien que, de una vez por todas, se haya asumido que la educación es un tema demasiado serio como para ser utilizado de excusa político-demagógica. Se impuso la cordura. Qué bien que el gran desafío de ahora en más sea mejorar el rendimiento de los estudiantes y no solo controlar la asistencia. Elogios por el cambio. Qué bien que este conflicto no haya cortado el diálogo entre el Gobierno y los gremios. Qué bien todo. Y qué bien también lo que podría pasar de ahora en adelante.