La imagen de un empleado de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán dormido en el piso de un colectivo, que publicó LA GACETA la semana pasada, generó múltiples reacciones entre los lectores. Esta mañana, el director de la Policía de Tránsito y la Vía Pública, Carlos Soto, contó la historia que hubo detrás de este suceso.

Según el funcionario, el mismo día del hecho, un pasajero del colectivo se sensibilizó por la situación en la que se encontraba el agente y, cuando el transporte pasó por la sede de la repartición, en avenida Avellaneda al 600, lo ayudó a descender. "Ahí nos enteramos que nuestro inspector se encuentra nuevamente en tratamiento, debido a una enfermedad", contó el funcionario a LA GACETA, quien se comunicó con él por esa noticia y por una carta enviada por una lectora a la Redacción.

Según la ciudadana Mariel Turbay, ayer a la mañana presenció un hecho que fue protagonizado por dos agentes de tránsito, que mereció su repudio. De acuerdo a su relato, cuando ambos inspectores caminaban por San Martín al 400, a la altura del ex cine Plaza, uno de ellos chocó contra un mozo que llevaba su bandeja cargada, por lo que se cayó al piso la vajilla completa.

"No sólo no lo ayudaron ni se disculparon, sino que además cruzaron la calle riéndose a carcajadas. Me dio mucha impotencia. Entonces me acerqué a los agentes y les dije que ni siquiera tuvieron el gesto de una persona solidaria. Igual, se alejaron sin decirme nada", expresó Turbay, en su relato.

Consultado Soto, señaló que el uniforme los obliga a ser mejores ciudadanos, al menos durante el horario de trabajo, porque ya no se representan a sí mismos, sino al municipio. "Sabemos que la calle está llena de situaciones agresivas y de violencia- Por eso, durante el año les dimos varias charlas sobre buenas conductas y cómo debe ser el trato con los ciudadanos", contó.

Advirtió que los patrones de conducta están establecidos en el Estatuto del Empleado Público, pero hay pautas que son de criterio. "El respeto al otro debe primar, por sobre todo", concluyó. LA GACETA ©