- No les deje toda la responsabilidad a ellos.- Es importante intervenir en las actividades de los chicos: saber qué venden en el quiosco del colegio o qué piden cuando salen a comer con sus amigos, por ejemplo. El médico Juan José Novoa dice que es imprescindible hacerse el tiempo para compartir actividades con ellos, aceitar la comunicación, conectarse y enseñarles cómo debe ser el correcto desarrollo.
- Lean las etiquetas nutricionales.- El error principal es la sobrealimentación. Hay que ser más conscientes acerca de la cantidad de grasa de las comidas que se sirven en la casa y educarse en la permanente lectura de las etiquetas nutricionales. A veces, cuando los niños estudian, creen que es buena idea comer un chocolate porque da energía, pero eso solo ocurre momentáneamente.
- No premiar con golosinas.- Hay que saber diferenciar. Generalmente interpretamos como hambre sensaciones que en verdad están más relacionadas con la ansiedad o la angustia. También es un error premiar a los hijos con golosinas. Es preferible que se den otros regalos-estímulo, como flores o libros.
- No esconda no prohíba la comida.- Se debe evitar a toda costa tener una relación tirante con el niño. El padre no debe obstinarse en que el chico baje de peso lo más rápidamente posible, ni mucho menos esconderle o prohibirle la comida. Es fundamental educar y concientizar a partir de una buena relación, que se verá respaldada por la acción del equipo de salud.
- Mírese al espejo.- Es imprescindible dar el ejemplo. Si los padres comen mucho y mal, los chicos no tienen por qué hacerlo distinto. Antes de criticar, mírese al espejo. Si la familia ya está excedida de peso, una buena manera de empezar a bajarlo es simplemente comer menos. Llene el plato solo hasta la mitad, con las porciones justas. Además, padres e hijos deben estar al tanto del beneficio de comer frutas, verduras y cereales.