Juan Pablo Pereyra cumplió un mes desde aquel domingo tedioso, cuando buscó arco y gol contra Gimnasia (J) pero apenas si encontró dolor, una caída y una lesión de esas con título fatalista. Se fueron 30 días. "Parece que siempre estás en el mismo lugar, como que no avanzás", explica cómo se vive el karma, "JP". Sin embargo él sí camina. Hasta vuela, afirma.

A la salida de otra dura sesión, el lungo sale rengueando. "Es normal; me mato haciendo todos los ejercicios y trabajos kinesiológicos y es normal que te pase esto; en especial cuando estás un poquito frío", explica mientras reconoce lo duro que es el remedio a la operación de ligamentos de rodilla. La zurda suya fue la que lo traicionó.

"Duele mucho, pero vale la pena para la recuperación. Ya vas a ver", dice el delantero, y agrega. "Hoy (por ayer) ya empecé a trotar", festeja, como si fuera la final del mundo. El santafesino sabe que sus gambetas en Atlético serían fundamentales.

"Hay que bancar al equipo, hay que bancar a Rodríguez", pide el "Flaco". "Es un buen técnico, más allá de lo buena persona que es. Pero él es un buen técnico -insiste- y, creo, del paladar del hincha de Atlético. Lamentablemente los resultados no nos acompañan por el momento. Fijate, si no nos hubieran robado como nos robaron en varios partidos, hoy tendríamos seis puntos más y estaríamos entre los de arriba", reniega, cual hincha, de la falta de suerte del "decano". No es de casete. Pereyra tira la justa, jura. "Ganás dos partidos y volvés a vivir", asegura. "Y nosotros podemos tener esa suerte".

El destino de Atlético con la Diosa Fortuna está implícitamente vinculado a Pereyra y también a la actualidad del equipo. "Si no me equivoco, en el año del ascenso teníamos la misma cantidad de puntos o menos en igual cantidad de partidos. Por eso digo: paciencia. Hay equipo. Es más, por esa época yo también estaba lesionado, ja", ríe un poco de la desgracia propia, así como con el promedio, la pesadilla actual. "No, no, olvidate. Si pensás en eso, vas para atrás. Yo voy por la tabla de arriba. Y estoy seguro de que vamos a ganar muchos partidos. El descenso no debería ser una preocupación".

La vida le sonríe a "JP", pese a todo. "Gran parte de eso se lo debo a Itatí, mi esposa, y a Juan Cruz, mi hijo. Ellos son todo, me apoyan en todo. Son lo más", les envía un abrazo y promete cumplir con los quehaceres domésticos. "Dale que tengo que comprar cortinas". Fin.