Nacido en nuestra tierra y con 38 años, Martín Arroyo es un ícono de la música de nuestra ciudad. Es experto en todo tipo de género musical y formador de bandas representativas en Trancas, Tucumán y Buenos Aires. "Mis problemas económicos me llevaron a recorrer el país para lograr con la música lo que hoy estoy consiguiendo en Trancas: imaginar y proyectar futuro".
Como muchos jóvenes, no pudo terminar la secundaria;y concurre a la escuela de adultos y además es presidente de la cooperativa de emprendimientos culturales. Trabaja con músicos y gente relacionada con la cultura y con la educación de nuestros jóvenes.
La historia de Martín devuelve la esperanza de creer en un futuro mejor a quienes amamos el arte de los sonidos.
"Desde que nací me gusta la música. Siento la música en el bombo, porque es el latido de mi corazón, le decía a mi padre cuando era un chico. A los 17 años, aprendí a tocar el acordeón en piano, por inspiración de Feliciano Brunelli, porque mi padre lo escuchaba en una radio viejita atada con un elástico", recuerda.
"Tuve que irme de Trancas porque mis padres no me podían hacer estudiar. Fui aspirante cabo músico en el liceo Gregorio Aráoz de La Madrid. En Buenos Aires, en el Regimiento de Infantería 1 de Patricios, llegué a ser cabo músico de la Banda Militar Tacuarí. Tocaba el clarinete en el Sheraton para el presidente Duhalde", nos cuenta con sus ojos iluminados. "Decidí volver a mi tierra en 2004. Llegué a Trancas, volví a mi viejo trabajo de ayudante de albañil con mi padre, y con gran deseo de transmitir lo que aprendí en la música. Hoy me encontré con mi destino, estoy trabajando en lo que me gusta, como músico; formé una cooperativa con 13 músicos, gente de la cultura y la educación. Organizo con la Escuela Media de Trancas el primer festival de la Canción por la Inclusión Social y educativa, y trabajo en Escuelas Abiertas tratando de que mis pétalos de historia se conviertan en melodías musicales".
Como muchos jóvenes, no pudo terminar la secundaria;y concurre a la escuela de adultos y además es presidente de la cooperativa de emprendimientos culturales. Trabaja con músicos y gente relacionada con la cultura y con la educación de nuestros jóvenes.
La historia de Martín devuelve la esperanza de creer en un futuro mejor a quienes amamos el arte de los sonidos.
"Desde que nací me gusta la música. Siento la música en el bombo, porque es el latido de mi corazón, le decía a mi padre cuando era un chico. A los 17 años, aprendí a tocar el acordeón en piano, por inspiración de Feliciano Brunelli, porque mi padre lo escuchaba en una radio viejita atada con un elástico", recuerda.
"Tuve que irme de Trancas porque mis padres no me podían hacer estudiar. Fui aspirante cabo músico en el liceo Gregorio Aráoz de La Madrid. En Buenos Aires, en el Regimiento de Infantería 1 de Patricios, llegué a ser cabo músico de la Banda Militar Tacuarí. Tocaba el clarinete en el Sheraton para el presidente Duhalde", nos cuenta con sus ojos iluminados. "Decidí volver a mi tierra en 2004. Llegué a Trancas, volví a mi viejo trabajo de ayudante de albañil con mi padre, y con gran deseo de transmitir lo que aprendí en la música. Hoy me encontré con mi destino, estoy trabajando en lo que me gusta, como músico; formé una cooperativa con 13 músicos, gente de la cultura y la educación. Organizo con la Escuela Media de Trancas el primer festival de la Canción por la Inclusión Social y educativa, y trabajo en Escuelas Abiertas tratando de que mis pétalos de historia se conviertan en melodías musicales".