El resultado, algunas veces, no importa. Y eso es lo que ocurrió ayer. En La Ciudadela, Cruz Alta venció a Tucumán Central por 2 a 1 y se consagró campeón del ascenso liguista. Pero lo más importante es que se vivió una fiesta. Ambas hinchadas tuvieron un comportamiento ejemplar y los jugadores, pese que llegaron a este duelo con el ascenso bajo el brazo, no se guardaron nada.
Esa fue una de las principales razones por las que el partido fue intenso. Lo jugaron con dientes apretados, pero con mucha lealtad. Ambos equipos salieron al campos bien sueltos y manejando la pelota al ras del piso. Así se sumaron a la fiesta de la tribuna.
¿Por qué ganó Cruz Alta? Porque fue el equipo más compacto durante los 90 minutos. Nunca perdió el control, ni siquiera cuando el "rojo" se calzó el traje de protagonista. Desde el arranque, el "cuervo" del este tuvo el control de la pelota. Sin demasiados apuros, metió en el arco a su rival. Jorge Mustafá, a los 30 minutos del primer tiempo, abrió el marcador y, desde ese momento, comenzó a administrar la pelota a su antojo.
En el complemento todo cambió. Tucumán Central salió decidido a "comerse crudo" al equipo del este. Al minuto, el goleador Luis Rodríguez empardó el resultado. Después desaprovechó todas las situaciones que tuvo a su favor por el nerviosismo del rival.
Cruz Alta, equipo integrado por varios hombres de experiencia, supo aguantar y nivelar la lucha en el campo. Aníbal Roy González transformó un claro penal en gol. Después, lo mejor se vivió en las tribunas. Los ganadores festejaron hasta el cansancio. Los perdedores, aplaudieron. Así debe ser siempre.