¿Hay dueños de boliches que eligen a sus clientes? La denuncia de Melina Yácumo y Mariana Sánchez, las dos jóvenes que dijeron ser discriminadas y maltratadas en un local bailable de Santa Fe al 2.300, revivió la polémica acerca del delgado límite entre el derecho de admisión y la exclusión en ese rubro. LA GACETA preguntó a propietarios de discotecas y organizadores de eventos qué responsabilidad les cabe en el tema y cómo se pueden prevenir experiencias como la que le tocó atravesar a estas dos amigas.
"Creo que los empresarios no eligen a sus clientes, sino que apuntan a un perfil de público. Hay muchos que colocan en la puerta un cartel que advierte que se reservan el derecho de admisión, pero es muy fina la línea entre la elección del público y el maltrato. Es un asunto complicado", razonó Hernán Iramain, organizador de la "Retrofiesta" que se realiza una vez al mes. "Yo no tengo una política de discriminar, pero siempre aclaro que mis fiestas están dirigidas a mayores de 25 años. Esto no es por una cuestión de imagen o presencia, sino para que los asistentes se sientan más cómodos", añadió. Javier Farhat, dueño de un boliche ubicado en avenida Aconquija al 1.400, opinó que muchas veces se ven obligados a restringir y hasta a suspender por un tiempo a ciertos clientes. "Si a alguien no lo dejan pasar, se ofende, pero también hay chicos que llegan alcoholizados o que generan episodios violentos. Incluso hay quienes truchan sus documentos para aparentar ser mayores y no quedar restringidos por el límite de edad".
¿Pero qué pasa cuando la discriminación se efectúa sin razón aparente? "No sabría responder -señaló Farhat-. En los 80 y 90 no podías entrar a bailar si no usabas zapatos de cuero. Hoy ya no pasa por la vestimenta. Cuando la gente de clase media alta va a bailar a un boliche de clase media baja, los grupos que suelen frecuentar ese lugar los miran mal. Y a la inversa. Creo que un boliche puede usar el derecho de admisión de acuerdo con su criterio. Aunque eso no quiere decir que tenga que discriminar".
Carteles en el olvido
Ambas fuentes coincidieron en que los empresarios de la noche deben dejar en claro a qué tipo de público pretenden seducir. "Quien quiera que su boliche sea exclusivo debe ser también exclusivo con los lugares en los que pone publicidad. Esta tiene que ser muy dirigida y segmentada, para evitar que se produzcan situaciones incómodas", expresó Iramain. "Todos cuidamos de que la gente vaya lo mejor presentada posible. En las promociones aclaramos que deben ir de elegante sport", aseguró Farhat. Rodolfo di Pinto, presidente de la Cámara de Propietarios de Discotecas, explicó que no hay una normativa general respecto del modo de implementar el derecho de admisión. "En 2005 habíamos establecido el uso de banners (carteles) en los que debían especificarse qué condiciones debían cumplir los clientes para acceder a los locales. Lógicamente no se ponía 'prohibidos los morochos de ojos marrones', pero sí se restringía cierto tipo de ropa, como las camisetas de equipos de fútbol, porque eso podía generar peleas adentro del lugar".
Di Pinto, que también es dueño del boliche BY, en Banda del Río Salí, admitió que esas advertencias se dejaron de usar tras la implementación de la ley de las 4 am. "Esa norma provocó una caída significativa del número de clientes y los empresarios dejaron de poner requisitos; el ingreso estaba abierto para todo público. Hoy se podría restablecer esa costumbre, no sería nada difícil".
Consultado acerca de cómo se pueden evitar nuevos casos de discriminación, el empresario recomendó a los afectados recurrir al Inadi o a la Justicia, como lo hicieron Sánchez y Yácumo. "Otra forma de prevenirlos es asistir a los boliches que están asociados a la Cámara, que nunca han sido acusados de excluir o seleccionar gente", aseguró. Sin embargo, reconoció que no hay ningún sitio web en el que se pueda consultar la lista de discotecas asociadas.
La denuncia de Ceferino Ceferino Décima, actor y conductor de "Día x Día", se comunicó ayer con LA GACETA para contar que él también fue discriminado en la puerta del boliche denunciado en el Inadi. "Hace un mes y medio me invitó Blas García a Santa Diabla. Fuimos con otros amigos. Llegamos al boliche y yo me quedé en el cordón de la vereda porque la gente se quería sacar fotos conmigo. De golpe reaparecieron mis amigos y me dijeron que nos íbamos de ahí. Más tarde, en otro boliche, me contaron que el patovica les había dicho que no nos dejarían entrar porque estaban con 'Ceferino, un puto peronista'", relató.
Décima agregó que dos días después lo llamó Pablo García, el dueño de la disco, y le pidió disculpas. "Pero a otras personas les dijo que no me habían dejado entrar porque yo cobro mucho por presentarme en los boliches. La mecánica es siempre la misma: le terminan echando la culpa a la víctima de la discriminación".
Un tarjetero que pidió no ser identificado reconoció que en varios boliches es indispensable "estar bien vestido" para ingresar. "Entra la gente conocida, los habitués, porque son lugares chicos y no se puede poner en la lista a cualquiera -admitió-. Si la persona no está en lista, pero está presentable, pasa. Si no es gente de la noche, no pasa".