Desde el miércoles a la noche que el celular de Alfonso Severo da apagado. Ayer, la Policía bonaerense encontró en Gerli, partido de Avellaneda, el automóvil del tucumano de 58 años que vive en Buenos Aires y es un testigo vital en la causa por el crimen del militante del Partido Obrero (PO), Mariano Ferreyra, perpetrado en octubre de 2010, durante una movilización. 
La desaparición de Severo, que ayer debía presentarse a declarar en ese juicio oral y público, encendió la alarma a nivel nacional, y mantiene en vilo a sus familiares. "Con respecto a lo de Mariano Ferreyra, él sabía de qué se trataba la manifestación. Él conocía toda la interna porque ocupaba una gerencia (en la empresa Ferrobayres) y estaba en medio de todo el movimiento ferroviario", aseguró su cuñado, Juan José González, en diálogo con LA GACETA. Y agregó que todos los parientes del testigo desaparecido están aterrados. "No sabemos qué va a pasar. Seguro lo secuestraron, porque él tenía que hablar por esa causa", expresó González.
Ferreyra, de 23 años, fue asesinado a balazos durante una protesta que consistía en cortar vías. El debate oral, que empezó en agosto, tiene 17 sindicalistas ferroviarios y policías entre los acusados.
Al día siguiente del homicidio, Severo se presentó en la Justicia y, además de denunciar que alguien había disparado contra su casa, relató que "todo el personal de Ferrobayres" había sido citado "por Humberto Martínez", delegado de la Unión Ferroviaria. Además, según la agencia de noticias DPA, el testigo declaró que el sindicalista había dado una orden clara: "el que no viene, que se olvide de todo". La agencia NA, en tanto, indica que el día anterior al crimen el tucumano presenció una reunión de la Unión Ferroviaria, dirigida por José Pedraza, en la que se convocó a "hacer el aguante" para evitar que la marcha del PO llegara a las vías.
Severo, no obstante, aseguró que no estuvo en la protesta de Barracas, donde fue asesinado Ferreyra, sino que lo que vio por televisión y reconoció allí a personal de Ferrobayres y de Ugofe, con quienes había trabajado.
Ayer, el testigo debía presentarse en los tribunales bonaerenses, pero no llegó. "Él sabe muchas cosas", advirtió su hijo, Gastón Severo, ante la prensa.
El ex gerente de Ferrobayres se fue de Tucumán cuando tenía 18 años, relató su cuñado. "Él siempre viene para acá, porque vive su madre, que tiene 72 años, y tiene varios familiares. Pero hizo toda su vida allá", dijo González, que reside en esta provincia. Además, aseguró que Severo sabía que debía tener precauciones. "Al día siguiente que falleció Ferreyra le tirotearon la casa, así que le pusieron una custodia durante cinco o seis meses. Lo que vimos en la televisión es que un funcionario dijo que ya no tenía más", añadió el hombre. Luego relató que Severo llamaba todas las noches para hablar con sus parientes, y que tenía previsto realizar una visita el Día de la Madre. 
Diego Rojas, autor del libro Quién mató a Mariano Ferreyra, entrevistó a Severo hace algunos días "por una pista sobre las armas" que usaron los sindicalistas. "Me dijo que quería contarme de la declaración que daría hoy (por ayer), a ver si se entendía. Estaba entusiasmado, porque iba a denunciar los vínculos de una mafia criminal que actúa en Constitución y que implica lavado de dinero. Iba a denunciar a Rubén Saldaña, que tenía un vínculo con la Unión Ferroviaria", le comentó el escritor a este diario.

Las claves del caso

Alfonso Severo, de 58 años, salió de su casa de Gerli, provincia de Buenos Aires, el miércoles a las 23.30, rumbo a lo de su nieto.

El testigo no llegó al destino, aunque la casa está a 10 cuadras. Ayer a la noche, fue hallado cerca de la zona donde había desaparecido.

A las 3.20 de ayer, su esposa, Silvia Núñez, hizo la denuncia en la Policía. El Ministerio de Seguridad alertó a las fuerzas del país.

La desaparición de Severo trajo el recuerdo de Julio López, testigo en la causa Etchecolatz que está desaparecido desde 2006.