CÓRDOBA.- A los memoriosos, escuchar el nombre de Ricardo Luis Troitiño les hará cerrar los ojos y recordar a aquel inolvidable delantero que hace casi 30 años apareció en la Primera de San Martín. A los 51 años y lejos de la efervescencia que lo caracterizó durante las 10 temporadas que vistió la camiseta de los "santos", "Rana" le abre a LA GACETA las puertas de su casa de Barrio Altamira donde vive con su esposa Gabriela y sus hijos Nelson (22), Micaela (16) y Jazmín (3). Sofía (23), la mayor, vive en Buenos Aires.

"Qué alegría tenerlos acá en mi casa", le dice al cronista de LA GACETA mientras abre su corazón al pasado. Pocos saben, excepto sus amigos claro, que fue por casualidad que "Troiti" se convirtió en futbolista. "En mi juventud me apasionaba el básquet. A pesar de mi altura (1.65), integraba el seleccionado de la Escuela de Agricultura y además jugaba en el equipo del barrio. A los 21 años empecé a jugar al fútbol", cuenta el amigo antes de revelar cómo fue que llegó al "santo". Directivos del club de La Ciudadela los "pescaron" durante un torneo nocturno en Barrio Modelo.

"Después de firmar contrato, jugué tres partidos en Reserva y luego Don Guillermo Reynoso me llevó a Primera. Juro que nunca imaginé que allí empezaría a vivir tantas cosas que me marcarían para el resto de mis días", dijo el ex delantero con una acentuada tonada cordobesa.

En la temporada del 93, luego de que Ángel Tulio Zof no lo incluyera entre los jugadores que iban a la pretemporada, decidió alejarse. "Consideré que mi ciclo en el club estaba cumplido. Pero no sólo por lo futbolístico sino porque en ese tiempo había directivos que le hicieron mucho mal al club. Por eso decidí venirme a Córdoba ante el consejo de Gabriela, cuñada de José Luis Román, quien fue compañero mío".

Troitiño Confiesa que luego de haberse frustrado su incorporación a Belgrano decidió dejar el fútbol y dedicarse a trabajar. "Ya tenía dos hijos y me di cuenta que no tenía mucho futuro en el fútbol. Estoy trabajando para un matarife y por las tardes voy a colaborar en un club de un amigo mío. Además, estoy haciendo el curso de técnico porque me gustaría volver a Tucumán y darme el gusto de trabajar en San Martín", explica.

Cuando llega el momento de recordar el mejor momento que vivió en los "santos", "Rana" no duda y le apunta al inolvidable 6 a 1 a Boca. "Recuerdo esa tarde como si fuera hoy. Fue como tocar el cielo con las manos porque goleamos en un estadio donde Boca se hacía prácticamente imbatible".

Al momento de recordar anécdotas, "Rana" cuenta una que vivió con las dos personas que más lo apoyaron en su llegada a Primera: Jacinto Eusebio Roldán y Roque Ricardo Martínez. "En esa época, Don Natalio Mirkin les pagaba 100 pesos por cada gol que ellos hacían y como yo recién empezaba, ese acuerdo no corría para mí. Por eso, un día Jacinto y Roque me dijeron que por cada pase gol que les diera, ellos me iban a dar un porcentaje. Al cabo de un tiempo se empezaron a quejar porque hasta cuando estaba bajo el arco yo prefería darles el pase a cualquiera de los dos para cobrar mi parte, ja. Aún hoy, cuando voy a Tucumán y nos vemos, recordamos de este tema", explica Troitiño con su adoptada tonada cordobesa. Eso sí, su corazón siempre será de San Martín de Tucumán. Y los hinchas nunca olvidarán sus gambetas. (Enviado especial)