La celebración del Día Mundial de la Alfabetización -que se conmemoró el sábado pasado- encuentra a la Argentina con avances en la disminución de tasas de población analfabeta, especialmente en el NOA.

Las cifras de la Unesco y de Unicef indican que el mundo hay 61 millones de adultos que no saben leer ni escribir; que Sudán, en África, lidera el lamentable ranking; y que en América Latina urge erradicar el analfabetismo.

"La diferencia entre quienes saben o no escribir y leer es la diferencia entre la vida y la muerte", reflexionó el ministro de Educación, Alberto Sileoni. Precisó que la primera gran dificultad que se encuentra entre las poblaciones analfabetas es la vergüenza.

María Ángela Parrello, directora Nacional de Educación de Jóvenes y Adultos, destacó que un mejor nivel de alfabetización representa uno de los principales indicadores del estado de desarrollo humano de un país.

Respecto a qué estrategias y herramientas adoptar para lograr la alfabetización surge la del chileno Juan Eduardo García Huidobro, decano de la facultad de Educación de la Universidad Jesuita García Hurtado, de Chile, para quien es un tema ligado a la estima personal. Sostuvo que es fundamental el aprecio social por quienes hacen el esfuerzo de alfabetizarse y la existencia de variedad de oportunidades acordes con la edad y con la vida de los analfabetos.

Dijo que quienes hacen el esfuerzo de superar su situación de analfabetismo tienen que ser mostrados como ejemplos de superación personal y como personas que nos aportan a todos. Resaltó la necesidad de ofrecerles alternativas múltiples, más sistemáticas, colectivas y ligadas con actividades grupales para jóvenes que desertaron, y más variadas e integradas a la vida cotidiana para los mayores.
En síntesis, los especialistas consideran la alfabetización no solo como derecho humano, sino que la aprecian también como instrumento de autonomía personal y un medio para alcanzar el desarrollo individual y social.

Para ellos, las competencias que brinda son esenciales para erradicar la pobreza, reducir la mortalidad infantil, frenar el crecimiento demográfico, lograr la igualdad de género y garantizar el desarrollo sostenible, la paz y la democracia.