El mismo hombre que la vendió a una proxeneta de La Rioja, le contó años más tarde la versión que la llevó a estar sentada ayer en el juicio oral por la desaparición de María de los Ángeles "Marita" Verón. Y aunque su historia no está directamente vinculada con la de la joven tucumana, Ana María se quebró y relató, entre llantos, su difícil historia.

En 1999 la testigo trabajaba como operadora en una remisería. Allí conoció a un chofer, con quien comenzó una relación. Su pareja le propuso viajar a La Rioja, donde una tía tenía una fábrica de dulces. "Cuando llegamos a la terminal, nos esperaba un hombre: me lo presentó como su hermano. Creo que instantáneamente me di cuenta de qué se trataba y que había sido engañada", comentó Ana María.

Así comenzó a trabajar en "La Burbuja", un prostíbulo riojano. "La construcción de la casa era como una fábrica. Entramos por la parte lateral de la vivienda y una mujer teñida de rubio me dijo, 'pasá, te voy a hacer conocer tu trabajo'", relató la testigo.

Luego de recorrer un largo pasillo con habitaciones a ambos lados, llegó a un salón oscuro, con luces rojas. La "madama" le explicó que había pagado por ella y que debía trabajar hasta recaudar el doble del dinero invertido.

"Le pedí por favor que me dejara ir, que yo le iba a pagar, y se negó. Me avergüenza como madre lo que pasé", dijo. Los pedidos se repitieron durante los tres meses que estuvo en el prostíbulo, pero la respuesta siempre fue negativa.

En un allanamiento que hubo en el lugar, Ana María se acercó a un policía y le explicó que la habían vendido y que no la dejaban salir. "Me dijo que no podía hacer nada, sólo llamar por teléfono a mi familia y comentarles dónde estaba. Nunca llamó", comentó la testigo.

En el lugar conoció al hombre con el que actualmente convive, que le ayudó a escapar. "Una noche tomé coraje y salté la tapia. Este chico me escondió. Luego vine a mi provincia", dijo.

Marita en Córdoba

Un tiempo después de la desaparición de Marita, cuando Ana María viajó a Tucumán a visitar a su familia, se encontró con el hombre que la había vendido. En la conversación, surgió el tema de la joven tucumana, a quien la testigo conoció porque vivían cerca, en el barrio El Bosque.

"Dijo haber visto a Marita en Córdoba en compañía de un señor Marchese o Marchesi. Tenía el pelo teñido de colorado y decía que estaba muy bien. No le creí. Es una persona que siempre se alaba y no es creíble su palabra", contó.

La mujer también dijo que la amenazaron en dos oportunidades. La primera vez, en Tucumán, un auto paró cerca de ella y uno de los ocupantes le dijo que tenía que contar quién la había vendido a La Rioja para que se aclare el caso Marita Verón. Un tiempo más tarde, en La Rioja, otro hombre la amenazó por que había involucrado a su ex pareja en la causa. "No hice denuncias de esas amenazas porque no sabía contra quién me enfrentaba", manifestó.

En los burdeles de Salta

Ayer también declaró el policía Federal Gabriel Lacoste, que estaba a cargo de la Brigada de Investigaciones de la delegación Tucumán de la fuerza en 2002, y que llevó adelante la búsqueda de Marita en Salta.

"Llegó la información de que podía estar en prostíbulos salteños. Si bien había indicios ciertos de que podía estar en La Rioja, físicamente no fue hallada", dijo Lacoste. Con un equipo policial, y acompañados por el padre de Marita, Daniel Verón, realizaron las tareas de inteligencia.

Una mujer policía simuló ser una prostituta que buscaba un lugar para trabajar. Otro la acompañaba, haciendo el papel de "marido". "Nosotros estábamos atentos, porque ellos iban sin armas ni credenciales", comentó. Pero el resultado fue negativo.

"En los lugares donde se preguntó no había indicios. Sí nos dijeron que podría haber una tucumanita en un barrio periférico, en una esquina. Fuimos a los lugares y se exhibieron fotos a las prostitutas. Tengo 23 años de servicio, y la experiencia me demuestra que si se reconoce a alguien en una foto, la respuesta es categórica. Un 'no sé' en una foto generalmente es un no", describió Lacoste. El policía Federal fue claro en su conclusión. "Con todo el ruido que había en ese momento, no creo que Marita haya trabajado en la calle. Para mí no estuvo en Salta", sentenció.

El asado en lo de Milhein Héctor Luis Julio, amigo del hermano de Daniela Milhein, fue el último en declarar ayer. La mujer está acusada de haber mantenido cautiva a Marita en su casa, y la principal testigo en su contra es Fátima, quien dijo haber visto a la hija de Susana Trimarco cuando estuvo secuestrada en lo de Milhein.

Julio comentó que el 25 de diciembre de 2002 llegó con su taxi a un boliche ubicado en avenida Aconquija primera cuadra. Al frente, Aldo Milhein, su amigo, tenía un negocio. "Paré porque hacía mucho que no lo veía. Estaba con dos chicas. Una era Fátima. Después ellas se fueron a bailar", manifestó. Al día siguiente, fue a un asado en la casa de su amigo. "Para mí, Fátima era la empleada, porque cuando terminamos de comer levantó la mesa y lavó los platos. No parecía estar secuestrada", afirmó.

Irma Medina, engripada

La imputada fue atendida por médicos

Antes comenzar la audiencia, la acusada de haber obligado a Marita a prostituirse sintió un malestar en el pecho, por lo que el tribunal llamó a un servicio de emergencias. Al salir de la consulta, la propia Medina confirmó que estaba con gripe.

Dos testigos menos

Nuevos desistimientos de los abogados

Luego de la declaración del policía Federal Gabriel Lacoste, el defensor Cergio Morfil declinó de la declaración de dos policías que también participaron de la búsqueda en Salta, Marcelo Lagoria y Aldo Coronel Vildoza. Aún quedan 20 testigos.