Para Valerie Walkerdine, referentes del tradicional Centro de Estudios Culturales de Birmingham (Inglaterra), los videojuegos son hoy un ámbito privilegiado de construcción de la masculinidad contemporánea. "Ellos requieren e involucran la producción de acciones que se supone son parte de lo masculino", le dijo la experta , de paso por Buenos Aires, a la socióloga Inés Dussell, de Flacso.
Walkerdine observa vínculos entre lo que proponen los videojuegos y la estructura del relato de los westerns de Hollywood, "donde el héroe es golpeado pero siempre se recupera y vuelve a la pelea hasta vencer". "Hay una serie de movimientos tecnológicos, ya no con una pistola sino con el control del videojuego, que exige que seas rápido con la coordinación de tu mano, que tengas buenos reflejos, etcétera. Y pensar eso me ayudó a entender por qué las chicas la pasan mal cuando juegan con los videojuegos. No es que no les interese ganar o matar a otros, sino que están atrapadas en una contradicción. Si quieren parecer competitivas, como hay que serlo en los videojuegos, tienen que dejar de lado la cooperación, pero eso parece contradecir un mandato tradicional de la femineidad que es sentirse responsables de que todos estén bien", afirmó Walkerdine.