Sucesión negativa.- Cuando llegó la primera locomotora a Central Córdoba, en 1876, la ciudad tenía apenas 37.000 vecinos (134.000 la provincia) y algunas calles empedradas. Hoy, con más de 549.000 habitantes y un vehículo cada dos ciudadanos, la estación de maniobras del Belgrano Cargas es una especie de anacronismo caprichoso que influye en el desorden del centro y que frena el desarrollo de la zona. Por eso, quizás sea adecuado resumir su historia como una extensa sucesión de negativas.

La realidad.- La administración de Carlos Menem privatizó las empresas del Estado. El ferrocarril desapareció. Los innumerables inmuebles y gran parte del material rodante van exterminándose o deteriorándose, como consecuencia de la indolencia por conservar el patrimonio y del saqueo de parte de ciertos inadaptados. Hace más de tres lustros que se viene hablando de una remodelación ferrourbanística en la ciudad y hace casi cinco se dijo que iba a reflotarse el ramal Capital-Tafí Viejo.

Caída y reciclaje.- El gobierno de Bussi anunció a mediados de la década de 1990 la remodelación ferrourbanística de la ciudad. Incluyó la caída del tétrico muro que corría junto a Marco Avellaneda y el reciclaje de algunos edificios de la estación. Incluso, en enero de 1999 las topadoras ingresaron al predio de 400.000 metros cuadrados para abrir las calles Córdoba y Mendoza. Pero la fuerza de las máquinas chocó contra el no rotundo de la Unión Ferroviaria.

Puentes o túneles.- En 2004 se planteó la necesidad de construir dos puentes elevados sobre las vías para la apertura de las calles Córdoba y Mendoza. La obra iba a concluirse antes de finalizar ese año. También se anunció que el Central Córdoba se convertiría en estación de pasajeros. Tras diversos anuncios en 2005 y en 2006, en abril de 2007 se reactivó el proyecto de los puentes elevados. Sin embargo, en junio de ese año el Gobierno cambió los puentes por túneles. En julio agregó que no sólo habría túneles; también puentes peatonales.