A fines del siglo XIX, Uruguay, el país donde había nacido nuestro fundador, don Alberto García Hamilton, se encontraba sumido en un conflicto entre "blancos" y "colorados". Con estos últimos en el poder, los blancos eran perseguidos por sus ideas políticas y les tenían prohibida su salida del país. En esa situación estaba el fundador de LA GACETA, cuando tuvo la suerte de encontrarse con el guardia colorado de Fray Bentos Pedro Etcheverry. Este reconoció al joven periodista y no dudó en ayudarlo a escapar. Fue así que García Hamilton se cubrió con una manta prestada y así pudo pasar desapercibido entre sus perseguidores y subir al barco que lo traería a la ciudad argentina de Gualeguaychú.
Hoy, después de más de 100 años, la nieta de aquel amigo de nuestro fundador, Martha Echeverry Requiterena de González, envía a nuestro diario sus felicitaciones por nuestro primer aniversario.
"Mi padre -Julio E. Echeverry Iregui- nos contó cuando éramos chicos que mi abuelo Pedro había ayudado a cruzar hacia Argentina a un joven del pueblo, que escapaba de los colorados", recordó en 2005 cuando vino a Tucumán para conocer a los descendientes de aquel joven periodista. "Lo ayudó porque lo conocía (en esa época Fray Bentos era un pueblo de unos pocos miles de habitantes); había entre ellos una amistad, y lo ayudó a pesar de que mi abuelo estaba custodiando el río para impedir que los blancos escapasen", dijo en aquella oportunidad.
"Cuando mi padre se casó, en 1945, recibió una hermosa carta de Alberto desde Tucumán. Nunca supo cómo se enteró de su reciente matrimonio, pero quedó tan conmovido que todavía conserva la carta", recordó.
¿Qué hubiera pasado si el guardia colorado hubiera entregado al joven periodista en manos de sus enemigos? La historia no fue de otra manera, sencillamente, porque triunfó la amistad por encima de los colores políticos. Estos sucesos también son parte de la gran historia de LA GACETA.