Sebastián Fest - DPA
LONDRES.- Rabia, orgullo y lágrimas también: a la selección argentina de handball se le mezclaron muchas sensaciones, al encontrarse con su límite en los Juegos Olímpicos. "Les dije a los chicos que se vayan con la frente alta. Hace cuatro años nadie pensaba que íbamos a estar acá", aseguró el capitán Andrés Kogovsek, que a sus 38 años jugó ayer su último partido con la Selección en la derrota 25-23 ante Túnez.
Argentina debía derrotar a los norteafricanos para avanzar a los cuartos de final, pero la situación pareció en parte superar a sus jugadores, que comenzaron perdiendo 6-1. Hubo una recuperación e incluso una ventaja a favor de 12-11. Pero en el inicio del segundo los tunecinos se adelantaron 18-14 y chau. "Regalamos los primeros 5 o10 minutos de cada tiempo", admitió Gonzalo Carou, expulsado en el partido. "No somos un equipo que pueda remontar tan fácil. Eso fue lo que más nos complicó". "Quiero verlo de nuevo, pero me parece que el arbitraje influyó bastante", se quejó Carou. "La diferencia es que en un lado dejaban pegar. Si vamos a pegar, pegaban los dos. Sabíamos que iban a hacerlo, el tema es que pongan el listón igual para los dos", añadió.
Con la camiseta rota y tono lloroso, Sebastián Simonet mostraba algunas pruebas de la batalla en el Copper Box. "En todo el torneo no jugamos bien. Y yo me voy con la boca rota, de un rodillazo. Con Túnez siempre es así", se quejó. Matías Schulz, el arquero titular, prefirió analizar el partido desde otro ángulo. "Yo no hablo del arbitraje, no me gusta hacerlo. Ellos pegan, lo sabíamos. En el segundo tiempo hubo algún rebote, algún contraataque, alguna vez que nos apuramos que hizo que el partido cayera del lado de ellos".
La selección argentina es un equipo semiprofesional, ya que la mitad de sus integrantes juega en clubes nacionales. Figuras como Schulz o Carou lo hacen en España, y Diego y Sebastián Simonet lo hacen en Francia.
"En Argentina el handball es amateur, toda la gente tiene además trabajo o estudia". Kogovsek ya no jugará el Mundial de España, en enero de 2013. Para él, llegó la hora de cambiar de vida. "Como dije siempre, tengo dos apellidos y uno es handball. Terminaré ligado a esto de una u otra manera, pero es hora de ver a mi hijo jugar los sábados por la mañana. Ya es momento de verlo jugar a él, y no él a mí", concluyó.