Alejo todavía celebra sus 6 añitos cumplidos hace poco más de una semana. Miriam Albarracín, su mamá dice que cambia de juego a cada rato, para poder estrenar los nuevos juguetes: camioncitos, autos, ambulancias con sirenas. Y que el barrilete es uno de sus preferidos, cuando todos los chicos del barrio Tiro Federal, salen a mostrar los suyos. "Gracias a Dios todavía no me pide el celular ni la computadora; pero me sorprendió porque en la casa de su prima y en pocos minutos aprendió a usar el mausse; parecía como si él fuera el dueño de la máquina por cómo la usaba". En cambio para Carolina, de la misma edad, el celular de su tía Inés Colombres, en el que aparece como fondo de pantalla su rostro, es el juguete por excelencia. "Lo lleva a todas partes y dice que es suyo porque su foto está en la pantalla", dijo la señora.
A las consolas, los videojuegos y ordenadores infantiles, como la televisión, no hay niño que no las conozca y la mayoría los utiliza en los ratos de ocio y hasta los llegan a convertir en sus juguetes favoritos.
El avance de la tecnología, la modernización, la urbanización de los entornos y los cambios en los estilos de vida están dejando de lado, poco a poco, un basto repertorio de actividades con las que antes los niños preferían divertirse, incluso aprendían de ellas. Parecería que los juegos tradicionales van desapareciendo frente a los que ofrece la electrónica con sus nuevos dispositivos, cada vez más veloces y pequeños. Roberto Balaguer Prestés, formador de docentes en la Escuela 2.0, de la ciudad de Buenos Aires, no en vano definió el celular, la computadora, y los videojuegos, como los "juguetes paradigmáticos, de la era del conocimiento; son el tipo de juego que creemos que más y mejor ilustra la época que nos toca vivir, y por las enormes posibilidades de aprendizaje que ofrecen", afirma. Para muchos pedagogos, que tienden a equilibrar la balanza, cada actividad "estimula y favorece aprendizajes diferentes". Que los niños jueguen con una consola no implica desechar el tradicional juego de la pelota o la rayuela. "Si bien hay preferencias por lo novedoso, los juegos tradicionales no deben perderse opinó la docente, María Laura Córdoba.
Muchos especialistas sostienen que la era virtual ayuda al desarrollo de la parte motora fina, los dedos, la vista y el cerebro; pero deja de lado la socialización, lo que hace a la persona más individualista y pasiva. En la época en que vivimos se hace cada vez más difícil ver a un abuelo ayudar a su nieto a remontar un barrilete en la placita del barrio. Hasta los espacios han cambiado debido a la modernización, y los que existen están muy limitados para el juego. La maestra jardineras Fernanda Martínez opinó que los nuevos juguetes tecnológicos han cambiado los modos de jugar "y atentan contra la creatividad y la socialización". "Vemos con preocupación que los niños, a edad muy temprana, no tienen amigos reales, ni les atrae ir a las plazas a jugar; cuando salen de la escuela y llegan a la casa abren la computadora para chatear con sus amigos virtuales", sostuvo. "Además -dijo- se cambia diversión por imaginación y creatividad" .
A pesar del auge de la tecnología, en muchos barrios tucumanos todavía se juega como antes: pilladitas, escondidas y hasta las bolillas. Es como una resistencia que opera ante lo inefable del tiempo, para que la magia no se pierda. En las ciudades, cada vez más sobrepobladas, estas actividades tienden a ser reemplazadas por los nuevos dispositivos informáticos. Si no hay plazas, hay una habitación y una computadora.
Se hace más fácil que los niños se diviertan frente a una play station, que ir al parque 9 de Julio a hacer una "picadita" con los amigos. Los padres dicen que es mejor tener a sus hijos en resguardo adentro de las casas, por la inseguridad. María del Pilar Córdoba se confiesa: "Me hubiera gustado que mi hija juegue y se divierta como yo lo hacía en mi infancia". Y sí, las cosas han cambiado, y lo que muchos adultos tienen en sus mentes como recuerdos de infancia, se distancian cada vez más de la realidad.