Segundo Jiménez (80 años) estaciona su sulky en la esquina de la plaza, frente a la iglesia. Aún falta media hora para la misa de las 10. Se baja, cruza la calle y espera tomando un poco de sol. Llega todos los sábados desde El Polear, un paraje ubicado a tres kilómetros de Simoca.
Cuenta que desde hace 35 años tiene el mismo sulky. Recuerda que se lo fabricó Hugo Fara, en un taller de Villa Quinteros. Asegura que cada vez hay menos sulkys y que todo el mundo anda en moto.
"Yo no me animo a andar en moto", afirma, con un carcajada. También, precisa que en Simoca ya no hay sulkys nuevos, que solo circulan los viejos carruajes. "Para mí es un medio de transporte para venir los sábados a la feria y comprar las mercaderías para toda la semana; aunque llueva, uno viene igual en el sulky", cuenta don Segundo.
El día que deje de usarlo, él cree que terminará en un galpón, aunque tiene la esperanza de que los nietos lo utilicen para salir a pasear, comprar las mercaderías y para mantener viva la tradición que los hizo famosos en todo el mundo.