La toxicóloga Susana Ponce de León sostiene que la tarea de prevención es dificilísima ante la fuerte creencia social que relaciona la diversión con el alcohol. "Cuesta asumir que es algo peligroso. El principal problema es la tolerancia social que hay alrededor del tema" sostiene. "Lo que vemos con el correr de los años que la problemática se acentúa. Los chicos toman más y bebidas más fuertes. Consumen muchas  mezclas y hacen competencias de quien toma más. No se conforman si no es bebiendo en exceso hasta emborracharse. Hay consecuencias directas: el alcohol va deprimiendo el sistema nervioso central y el chico se van despojando de normas morales. Le parece que está todo bien, y por eso va sumando otras sustancias: marihuana y cocaína, por ejemplo. También pierden la objetividad: se vuelven agresivos y pierden la capacidad de reacción", detalla. Entre los efectos inmediatos del consumo, la experta señala el incremento notable en los accidentes de tránsito. "A largo plazo, ya se están viendo los daños físicos en el sistema cardiovascular, endocrinológo y en el hígado. Además, beber en exceso despierta patologías psiquiátricas", resaltó.
"Ya no tienen límites: antes se cuidaban de hacerlo solamente de noche, cuando salían. Ahora no les importa si quiera si están cerca de la escuela y si es a pleno día. Creo que hay un relajamiento social; en el plano educativo, no puede ser que las escuelas permitan esto, y también respecto del cuidado de los adolescentes por parte de los padres: hay quienes que facilitan a sus hijos tomar en la casa. Es alarmante", concluyó.