Fue durante el 43° Coloquio anual de IDEA que se realizó en Mar del Plata, en noviembre de 2007, cuando nos encontramos en "lobby" del hotel donde se desarrollaba el encuentro de empresarios. Carlos Fuentes era uno de los invitados estelares de la reunión, pero su presencia era toda una novedad en ese ámbito casi cerrado a las puras cuestiones financieras, económicas y de mercado.
El gran mexicano nos dio esa noche del 9 de noviembre una lección magistral de pensamiento crítico y superador, a manera de dictámenes y octabillas. “El sistema democrático rinde frutos para las mayorías en América latina”, sostuvo, pero advirtió que la "democracia sólo está reservada a una treintena de países".
Remarcó que “el terror no se combate con más terror. sino con más seguridad, y menos satanización militar”. Planteó que “las tres prioridades de cualquier comunidad son: primero la educación, segundo la educación y tercero la educación, y después viene todo lo demás”, y aconsejó: “no dejarse seducir por espejismos”.
“Estamos condenados los demás para llegar tarde o nunca al banquete de la civilización, sino al banquete de la libertad”, afirmó en medio de los aplausos de los 400 comensales que disfrutaron de sus palabras contudentes. Crítico del gobierno de Estados Unidos, afirmó que "cualquier cosa será mejor, después de George Bush".
Y advirtió que "vivimos en un período de transición porque el futuro ya no es lo que era. El mundo era comunismo-anticomunismo, y ahora estamos ante otros riesgos brutales, por ejemplo el globalismo, el tribalismo, el nacionalismo, el fundamentalismo, el terrorismo, etcétera".
Y no se privó de criticar a Hugo Chávez: "es un típico militar fascita; es un dictador bocón con el petróleo a U$S 100 el barril; si es de izquierda, pues ¡pobre izquierda¡".
Antes de su presentación, me concedió unos minutos, en una entrevista que guardo imborrable en mi memoria; esos trazos centrales me aparecen en este momento francamente de angustia por su muerte.
Fuente reconoció enseguida que era periodista donde trabajó Tomás Eloy Martínez, uno de sus grandes amigos. "Tomás siempre me habló de su diario, de su provincia y su gente", me espetó el gran mexicano.
¿Qué hace un escritor en un encuentro de empresarios?, animé a preguntarle. "En estos lugares se habla mucho de números, pero también hay que hablar de ideas, así que me propongo esclarecer las ideas"; me respondió.
- Digamos que las novelas, la literatura, tienen mucho que decir...
Las novelas tienen las mejores ideas del mundo. Son las ideas las que quedan; las demás se las lleva el viento; lo que deja la literatura es lo que queda.
- ¿Pero no todo es novelístico, en términos de realidad? O usted ve un panorama novelesco de Latinoamérica, de la Argentina?
- Siempre es novelesco el panorama. Siempre hay algo que sólo el novelista puede decir. Lo que no dice la política, la economía y la prensa, inclusive, acaba diciéndolo el novelista. Qué idea más clara tenemos de la Francia del siglo XIX que la que nos entregaron Víctor Hugo, Balzac, Flaubert. Y esta es la otra historia, la segunda historia.
Usted es también un ensayista; ha sido embajador de México. Dígame, ¿cómo evalúa el escenario actual del mundo?
- Soy un pesimista bien enterado, que es la única manera de ser optimista. Soy un pesimista bien informado, que cree que hay mucho por hacer; todo por hacer.