ENSAYO 

EL NOVELISTA INGENUO Y EL SENTIMENTAL

ORHAN PAMUK

(Mondadori - Buenos Aires)

El Premio Nobel de Literatura 2006, Orhan Pamuk, es el primer escritor de origen turco que recibe este galardón; y es, tal vez, el más joven en ser reconocido por la academia.

Orhan sabe muy bien cuándo, cómo y por qué decidió ser escritor, y tiene muy claras sus perspectivas en relación con la novela y su construcción. Así se lee en El novelista ingenuo y el sentimental, su último ensayo. En este libro el escritor discurre acerca de la apacible sensación que la literatura puede avivar en el lector, observando desde lo más profundo, todo cuanto sucede en la mente del lector y, en la mente del escritor. Ambos, según Pamuk, se someten a diferentes intransigencias, toda vez que el primero se topa con una novela que lo desquicia, y el segundo, cuando encuentra las palabras que lo hostigan.

Todo en la novela -la trama, el tiempo, los personajes- se orienta a desdibujar las fronteras de la realidad y a conectar las mentes de los escritores con los lectores.

Magistralmente, Pamuk relata sus primeras experiencias frente a la novela, a lo que añade descripciones de sus experiencias personalísimas con una claridad sorprendente, casi aterradora; y por otro lado, declara expresamente su admiración y adhesión hacia Schiller, de quien toma la distinción entre poetas sentimentales (reflexivos, sensibles al artificio de lo escrito, intuitivos) y poetas ingenuos (los que escriben con naturalidad y espontaneidad) para referirse también, a los tipos de novelistas.

Así, Pamuk reflexiona acerca de los movimientos que fluctúan dentro de la literatura, entre estas dos grandes y prácticamente únicas tendencias de lectura y de escritura; y sobre la posibilidad de encontrar una franja de armonía entre ambas, una franja donde no pueda, ni deba haber diferenciaciones.

Secretos
Es importante destacar que la mención de Schiller -desde el comienzo del libro-, por parte de Pamuk, desempeña un rol oculto dentro de este ensayo y que es, sencillamente: leer a Schiller. Esto muestra que Pamuk centra la escritura de este libro en conflictos mucho más subterráneos que aquella distinción citada ya en el título. El Nobel turco intenta, de hecho, desentrañar el infinito misterio que une, que vincula, siempre e inevitablemente, al lector con el escritor a través de la novela. Dichos trances, nudos o ejes son muchísimos, ya que de acuerdo con Pamuk el novelista y el lector de novelas -que no es el mismo que el lector de otros géneros- se bambolean entre la realidad y la ficción, entre la crónica y la creación.

Por último, Pamuk revela numerosos secretos de su propio taller. Por ejemplo, cuenta que se rodea de objetos que pudieron haber sido del protagonista, que imposta la voz de locutor radiofónico que retransmite un partido, que afronta las descripciones como quien pinta un cuadro o que intenta trasvasar sensaciones propias a los personajes. Con todo esto desmitifica el oficio y se pregunta: "¿Me echarán del gremio por esto?".

© LA GACETA

Mónica Maud