Mi mamá me dio el uniforme del colegio nuevo. ¿Por qué negarlo? Estaba asustada. Hace 41 años y lo recuerdo como si fuera ayer. El susto duró poco. El colegio era inmenso, pero su gente (monjas, profesoras, compañeras) pronto hicieron que me sintiera en casa. Pasé seis años allí; egresé cuando llevábamos ocho meses de dictadura. Hubo tiempos difíciles (¿hay adolescencia sin ellos?) Pero en el colegio viví algunas de las experiencias más felices de mi vida; el colegio me dio, entre otras alegrías, las hermanas que no tuve en casa, a las que hoy sigo abrazando con frecuencia. De alguna manera, el Guillermina sigue siendo mi casa.