Si pedirle peras al olmo es metáfora de lo imposible debe ser porque las peras son algo que interesa conseguir. ¿No creen? Si no, ¿para qué pedirlas? Pues estamos justo a tiempo, pues son las frutas del momento.

De un amarillo oro brillante, a veces con las "mejillas" enrojecidas; jugosas al extremo, dulces y frescas, las peras nos indican que el verano se va acabando. Están a muy buen precio y son tan sanas que pasar a su lado e ignorarlas es una especie de gran ofensa a la naturaleza.

Vitaminas y sabor
A la pera no hay quién la "emparde": tiene muy pocas calorías, nada de sodio y mucha fibra. Enumerar sus nutrientes y comenzar el abecedario es lo mismo: es rica en vitaminas A, B, C, D y E; es antioxidante, lo que ayuda al buen estado celular del organismo en su totalidad, y depurativa; aporta calcio y magnesio, y contiene pectina, protagonista importante en la eliminación del colesterol dañino. ¿Algo más? Sí: es fácilmente digerible y uno de los alimentos menos alergógenos.

Por otra parte, es portadora de símbolos. Dicen que en los sueños se relaciona con el erotismo (algo que también resuena en la etimología), por sus formas curvas y sus jugos. Y en China sostiene una paradoja: la fruta y el árbol representan la longevidad; las flores, la fragilidad.

Manos a la obra
Como ocurre con toda fruta, hay que aprovechar, por calidad y precio, la cúspide de su temporada. Este es el momento ideal para mermeladas, cascos en almíbar, licores, chutney... Un ejemplo para una compota diferente: prepará caramelo y colocá en él peras peladas y sin semillas cortadas en cuartos. Pasados unos segundos dalas vuelta, esperá un ratito y agregá medio vaso de agua y medio de oporto. Perfumá con una rama de canela y dejá que se cocinen mientras se espesa el jugo. Servilas frías con helado de crema americana y unas hojitas de yerbabuena.