Sintió bronca e impotencia. La indignación y la decepción formaron parte de una mezcla de sensaciones que, sin embargo, no le impidieron actuar. Amalia recurrió a una mentira para sacar a su hija de La Rioja, donde afirmó que la obligaban a prostituirse. En el medio, vivió la desesperación por rescatar a su hija del infierno.

La mujer declaró ayer en el juicio oral y público que se sigue contra 13 imputados por la privación de la libertad y la promoción de la prostitución de Marita Verón. El testimonio develó otra de las caras del negocio de la explotación sexual: el de una madre que buscó a su hija y logró recuperarla.

Amalia contó que, cuando tenía 18 años, le dijo que se iba con Daniela Milhein a Córdoba para trabajar de niñera. A los 15 días retornó y le contó que, en realidad, habían viajado a La Rioja a trabajar en unos "boliches". Aquella situación ocurrió en 1998, y la mujer dijo que se enojó con la joven. "Le pegué una cachetada y la llevé de vuelta a casa", afirmó.

Enamorada

"Al poco tiempo se escapó. Era tan rebelde, no la podía sujetar", explicó Amalia, que recurrió a una fundación porque no sabía dónde estaba la joven y, según manifestó, la Policía no le daba respuestas.

Un día su hija volvió. "Me dijo que estaba bien, que se había juntado con un muchacho y que tenía que volver. No me quiso decir dónde estaba, pero me suplicó de rodillas que la dejara regresar porque estaba enamorada. No la dejé y se volvió a escapar", contó Amalia,

Un par de meses más adelante, dos hombres llegaron a su trabajo y la buscaron. Amalia no entendía nada. Ellos sólo le pedían que diga a sus jefes que su hija había tenido un accidente, y que los acompañe a La Rioja. La realidad, según le confesaron esos extraños, era que la joven estaba detenida.

Amalia se subió al auto acompañada de su yerno y partió. Llegaron a La Rioja y la llevaron directo a una comisaría. "Yo estaba enojada y le decía a mi hija que no me podía hacer eso. Ahí me enteré que se prostituía", dijo la mujer.

En esa comisaría conoció a Irma Lidia Medina, una de las acusadas en la causa de Marita. "La conocí como Liliana. Pasé la noche en su casa porque en Tribunales me dijeron que al día siguiente me entregarían a mi hija", contó.

Amenazas

Cuando Amalia intentó llevarse a la joven, luego de que la liberaran, Medina se lo impidió. "He gastado mucho por ella, así que me la tenés que dejar. Quedate callada, subí al auto y andate. Y no vayas a la Policía porque sabemos dónde vive tu familia", le habría dicho Medina, según contó la testigo.

"El miedo era tanto que no sabía qué hacer", declaró Amalia. Al mes y medio, su hija la llamó y le dijo que le enviaba dinero para que la visite en La Rioja, porque quería ver a sus hermanos. "Ahí lo conocí al señor 'Chenga' (José Fernando Gómez). Ese nombre nunca se me borró de la mente", dijo.

A pesar de que su hija le decía que era feliz viviendo con "Chenga", a Amalia no le gustó lo que vio y habló con Medina. "Ella me dice que había pagado mucho por mi hija. Le pregunté cuánto era y me dio una cifra. No recuerdo cuánto, pero yo tenía un sueldo bajo y no me alcanzaba para pagar por mi hija y rescatarla de La Rioja", recordó, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

No sabía cómo recuperar a su hija, hasta que una chica la buscó en su casa. "¿Usted es Amalia? Saque a su hija de allá", le dijo la muchacha. Esa madre, desesperada, fue a La Rioja con su hermana y su cuñado en el auto. Le mintió a Medina que la abuela de su hija la quería ver, porque estaba por morir. A duras penas los convenció del relato.

En el auto, de regreso a casa mientras una camioneta los seguía, su hija, llorando, le preguntaba por su abuela. "No nena, ella está bien, era una mentira para sacarte de ahí", le confesó Amalia. "¡Ay mamá, soy libre, soy libre!", gritó la muchacha, mientras se abrazaron y volvieron a casa.