BUENOS AIRES.- La Cámara de Diputados dio hoy su respaldo político unánime a la 'Declaración de Ushuaia' que ratifica la posición argentina en torno al reclamo de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

Diputados se sumó así a la definición favorable que tuvo la semana pasada la misma iniciativa en el Senado, cuerpo que había aprobado por unanimidad la llamada Declaración de Ushuaia que había tenido el visto bueno el 25 de febrero por parte de las Comisiones de Relaciones Exteriores de ambas cámaras reunidas en esa ciudad por invitación de la gobernadora fueguina, Fabiana Ríos.

De esa manera, el Congreso completó su respaldo simbólico en torno al reclamo sobre el Archipiélago Austral, luego de una escalada iniciada por Gran Bretaña en febrero que implicó: el envió de una destructor a las islas, la presencia del príncipe William, heredero del Reino Unido, para cumplir su entrenamiento militar y una declaración del primer ministro británico, David Cameron, en la que acusó a la Argentina de ser un país colonialista.

La iniciativa, además del tema soberanía, rechaza "la persistente actitud colonialista y militarista del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte", repudia la militarización del Atlántico Sur encarada por Inglaterra e insta al británico y al argentino a establecer las negociaciones en torno el tema.

El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, el kirchnerista Guillermo Carmona, informó en el recinto el contenido de la resolución y aclaró que su "enfoque nada tiene que ver con la ponderación o valoración positiva de los hechos llevados a cabo por la dictadura militar", en la que sesión que fue seguida desde la gradas por un grupo de ex combatientes.

Carmona se refirió en forma elíptica a "los intelectuales" que plantearon "sostener el derecho de autodeterminación para los kelpers", que rechazó de plano al indicar que la declaración "fija como objetivo irrenunciable" el derecho argentino sobre las islas, aunque aclaró que declara "el respeto al modo de vida de los actuales habitantes".

Por su parte, el radical Ricardo Alfonsín destacó que en el reclamo por Malvinas "no nos impulsa sentimiento de odio o de rencor alguno con el pueblo inglés, ni menos con los isleños que son hombres mujeres y niños nacidos en tierra argentina" y añadió: "Nuestro conflicto no es con un pueblo, nuestro conflicto es con el imperialismo, con el colonialismo".

Sin embargo, dijo que en la Argentina no se aplica el mismo criterio para sancionar a las empresas hidrocarburíferas como a las pesqueras que tengan algún nexo con empresas inglesas y remarcó que una resolución de la secretaría de Pesca de la Nación modificó el espíritu de la legislación y solo cuestiona "tener relación comercial directa" con esas firmas extranjeras, lo cual hace menor su alcance.

El diputado del Frente Peronista Alberto Assef criticó "a los intelectuales como Sarlo, Kovadloff, Lanata y otros más" por su posición favorable a sumar a los kelpers al debate sobre la soberanía y apuntó: "Por favor si son intelectuales piensen y si se equivocaron re-piensen. La independencia ficcional de las Malvinas es exactamente lo que quiere el Reino Unido".

El socialista Juan Carlos Zabalza aseguró que "esto no es asunto de ningún gobierno, es del pueblo argentino, es un sentimiento nacional" y rescató lo actuado por el gobierno nacional en relación a la integración y la solidaridad en la región.

Mientras el peronista ex disidente Felipe Solá dijo estar "absolutamente de acuerdo con la política" del gobierno nacional "en la cuestión Malvinas" y destacó la intervención del Congreso en la materia porque -indicó- "en el exterior se da importancia a los pronunciamientos parlamentarios", pero exhortó a pensar medidas que impliquen "inseguridad jurídica" y económicas a las empresas británicas para meter presión al gobierno británico en un contexto de crisis financiera.

El macrista Federico Pinedo respaldó la iniciativa, reseñó que en la época colonial España y Gran Bretaña habían acordado la soberanía española en el archipiélago, pero advirtió que se deben evitar "acciones patrióticas o patrioteriles que contribuyan a que Inglaterra no se siente a negociar".

Ello provocó la reacción del ex diputado radical Héctor Di Tullio, quien a lo increpó desde una de las bandejas instaladas junto al estrado de la presidencia del Cuerpo y lo acusó de "traidor", aunque el hecho no pasó a mayores.

Al final de la sesión, el presidente del Cuerpo, Julián Domínguez, recordó haber sido movilizado como conscripto en 1982 y dijo que "si en ese momento nos decían a nosotros que las distintas fuerzas políticas del país iban a unificar una posición común nos parecía una utopía y a treinta años se logró". (DyN)