Mientras limpiaba su casa, la mujer escuchó a un hombre que hablaba por la radio, y contaba que su hija llevaba desaparecida cinco días. Inmediatamente relacionó el hecho con una situación particular que había vivido unas 48 horas atrás. Había visto a una chica que deambulaba como perdida por la ruta 304, en Los Gutiérrez, Alderetes. Elvira Acosta de Palavecino tomó el teléfono y llamó a la emisora radial. "Creo que esa chica estuvo por aquí", manifestó. Es que la descripción que había dado Daniel Verón, el padre de la joven desaparecida, coincidía con la mujer que ella había visto sentada en un pilar de cemento: de unos 22 o 23 años, estatura normal, delgada, tez blanca, cabello lacio castaño.

A las pocas horas, Daniel Verón llegó a la casa de Acosta de Palavecino. De a poco, el hombre descubrió coincidencias en los relatos de varios vecinos, y así se inició lo que Susana Trimarco denomina el segundo secuestro de su hija, María de los Ángeles "Marita" Verón.

Demacrada y con ojeras

Acosta de Palavecino le comentó a Daniel Verón que había visto a una chica en la puerta de su casa. Ella es enfermera, y no tiene dudas de que la mujer estaba drogada, por lo que le pidió a un sobrino que le solicitara a esa joven que se retirara. Eduardo Acosta, hermano de Elvira, le dijo al padre de Marita que esa muchacha estaba muy demacrada, con grandes ojeras en sus ojos, y que caminó hacia el norte por la ruta.

Los hermanos Acosta coincidieron en la vestimenta. Pantalón vaquero y remera turquesa, tal como estaba vestida Marita cuando salió de su casa el 3 de abril de 2002. La enfermera además agregó que la vio con una zapatillas claritas. Ese es uno de los puntos que la diferencia de los otros testigos, que dijeron que calzaba zapatos con tacos altos.

Atando los distintos testimonios que recogió la fiscala Joaquina Vermal, que estuvo a cargo de la investigación hasta su fallecimiento, Trimarco y sus abogados están convencidos de que Marita estuvo deambulando por esa zona entre el viernes 5 a la noche y el sábado 6 de abril a la tarde. La vieron dormir en el pasto al costado de la ruta, rengueando mientras caminaba, y un hombre dijo que le acercó un sándwich.

El último de los testigos la vio en La Ramada, cerca de la comisaría. Incluso uno contó que avisó a la Policía de la presencia de una joven, con la mirada perdida, como extraviada. Es decir que en esas horas la chica caminó unos 23 kilómetros.

Cuando les mostraron la foto de Marita, todos los vecinos dijeron que era la joven que deambuló por el este de la provincia.

La versión policial

Pero los policías de la comisaría de La Ramada tuvieron una versión distinta. La mujer era mayor, como de 40 años. Cuando la interrogaron, les dijo que necesitaba volver a la capital, y que no tenía dinero para el colectivo, según declararon los policías ante la fiscala Vermal. Ellos dijeron que el 6 de abril, alrededor de las 18.50, la subieron a un ómnibus de la empresa Benjamín Aráoz.

"La fiscala Joaquina Vermal se enojó mucho con ellos, porque la subieron a un colectivo sabiendo que mi hija estaba desaparecida y que la buscábamos", dijo Trimarco en una parte de su declaración, durante el juicio y oral que se sigue contra 13 personas por privación ilegítima de la libertad y la promoción de la prostitución de Marita.

Los policías respondieron que no se trataba de Marita, pero además se excusaron afirmando que no les había sido comunicada la desaparición de la joven. Los abogados de Trimarco sostienen que a todas las seccionales se había enviado el parte con los datos de la muchacha.

Los vecinos de Los Gutiérrez y La Ramada comenzarían a declarar la semana próxima. Una vez que finalice Trimarco deben declarar la enfermera Patricia Soria y el empleado Miguel Ardiles, a quienes los querellantes señalan como los entregadores de Marita, y las testigos que comprometen a Daniela Milhein, acusada de haber mantenido cautiva a la joven en su casa antes de trasladarla a los burdeles de La Rioja. Los policías, propuestos como testigos por los abogados defensores, declararán un par de semanas más adelante.

El segundo secuestro

Trimarco volverá a hablar mañana a las 8.30. El testimonio de la mujer se suspendió el 23 de febrero por la enfermedad de Gonzalo Gómez, uno de los imputados, que tuvo que ser operado.

La mujer había hablado del segundo secuestro de Marita, y sobre eso indagará el abogado Cergio Morfil, defensor de María Jesús y Víctor Rivero. Trimarco está convencida de que su hija la secuestraron y la llevaron a esa zona. Allí la habrían drogado y habrían abusado sexualmente de la joven.

De hecho, dejó traslucir que Soria tenía una casa en Los Gutiérrez, aunque también sospecha que un local bailable de esa localidad era de Rubén Ale, a quien señaló como reclutador de mujeres para explotación sexual.

De alguno de esos lugares se escapó Marita, según Trimarco, y los policías la entregaron a sus captores. Les tocará a los jueces escuchar las versiones y determinar si la chica de mirada perdida que caminaba por la 304, era Marita.