Emilio Luque, presidente de San Martín, les pidió a los hinchas que lo ayudaran para que el equipo lograra el ascenso. La respuesta que recibió fue increíble: por la injustificable e irracional conducta del inadaptado que arrojó un petardo, el partido se suspendió y el "santo" puede sufrir un duro castigo.
Nadie entendió que los incidentes que se produjeron después del último clásico son un síntoma de que el clima de violencia e intolerancia está creciendo.
La Policía tampoco escuchó las críticas sobre su accionar en los operativos de seguridad. Si bien ellos no arrojaron el cohete al campo de juego, permitieron que ingresara al estadio a pesar de que está prohibido. No lo hizo la barra brava, sino un hincha más que, evidentemente, no fue requisado como corresponde.
Le tocó al "santo", pero también Atlético puede sufrir con esta escalada de violencia. Ojalá que alguien escuche los mensajes.